29 de octubre de 2007

Decrece la riada

Real Zaragoza 4-Villarreal 1. Una mancha de mora, con otra mora se quita... Sí, pero con muchos matices en el caso de nuestro equipo. Es la mejor de las noticias para el equipo y el proyecto que ayer se saliera airosos del complicadísimo trance que había que salvar frente al segundo clasificado de la Liga, un Villarreal lanzado y lleno de calidad y potencial deportivo. De este modo, el equipo vive, los protagonistas de tanto desafuero durante las últimas fechas (semanas incluso, en algunos casos) tienen capacidad de maniobra para rectificar posiciones y actitudes. Se ha logrado una burbuja de oxigeno en medio de un ambiente que estaba al borde de ser irrespirable. Pero nada más. Este rotundo y agradable triunfo por goleada no borra nada de lo anterior. Lo atenúa. Lo alivia. Lo calma. Pero no lo borra. Porque nada lo borrará. Simplemente, porque la historia no se puede borrar. Es, existe, se produce, se observa, se cuenta y ahí queda.
Y si, en las derrotas y los fracasos, hay que estar sereno y ser sensato para poder salir adelante (Víctor Fernández, por ejemplo, ha tomado algunas -no todas- decisiones desde el pasado jueves que han ido por ese camino cabal, como la de revolucionar el once inicial sin más empecinamientos absurdos contra natura), mucho más hay que estarlo cuando surge una victoria tan necesaria como es esta de ayer. Ojo, mucho ojo ahora. Los conflictos, las trifuncas, los reproches graves entre jugadores y hacia el entrenador, ningún historiador mágico va a lograr evaporarlas o destruirlas. Y están frescas. Ahora es momento de proseguir con el proceso de reconducción de las cosas. Paso a paso. Sin sacar pecho, sin creerse nada. Lo mismo que cuando se produce una derrota se excusan diciendo que solo es eso, una derrota, ahora hay que aplicar la misma teoría para convencerse de que esto solo es una victoria puntual, necesaria como el comer, pero una victoria.
Lo que ha ocurrido en el Zaragoza en estos dos primeros meses de competición ha sido una gran riada, una enorme avenida que ha hecho salirse el agua de su cauce natural. Los afluentes, a derecha e izquierda del vestuario y el club, han venido vertiendo demasiado caudal para el que podía asumir el río (el equipo, jugadores y técnico) y todo ha acabado desbordado. En muchos casos, el agua afluente traía fango, muchos depósitos que ensuciaban el curso madre.
Y, desde ayer a las 7 de la tarde, la punta de la avenida ya ha descendido en su cota de cabecera. Se ha producido una bajada del aluvión peligroso que acechaba a los habitantes del zaragocismo. Pero solo eso. La riada ya no crece. Desde ayer, parece haber comenzado a decrecer. Hay que esperar a ver si esa tendencia prosigue en las próximas semanas hasta dejar el cauce en su capacidad correcta o si, por el contrario, se producen más precipitaciones y más aportaciones afluentes que reavivan las dificultades. De momento, este es un lunes alegre que favorece el optimismo.
Pero hay que tener en cuenta que las riadas anegan sin control las dos riberas y causan daños que se deben reparar con el paso de cierto tiempo. Cuando el nivel de las aguas baje del todo (ganar el Almería y al Valladolid podría ser un claro síntoma de ello), el barro tardará unos días en secarse hasta que pueda ser retirado. No va en un día. Lo de ayer no arregla nada definitivamente. Habrá que ver si algún sótano u otro bien preciado se ha visto afectado por lo ocurrido y si hay que tirar alguna tapia que ha quedado dañada por la fuerza de las aguas.
Víctor decidió dragar un par de islas que favorecía el desborde del río y las quitó de enmedio. Hay que ver qué pasa ahora con esa grava, qué hacemos con ella. Si se lleva a algún sitio alejado o se vuelve a utilizar en el cauce.
En fin, que lo que se estropea en muchas semanas, bajo ningún concepto se soluciona en un par de horas. Demos tiempo y esperemos con calma el devenir de los acontecimientos. Eso sí, congratulándonos de que, de las dos opciones que ayer cabían en el referéndum de La Romareda, ganase el sí gracias al triunfo -y al modo de producirse- ante el Villarreal.
Miremos al cielo, pidamos porque no llueva más, que las tormentas otoñales remitan y que no venga más agua embarrada por todos los flancos que depositan sus aguas en los alrededores del equipo zaragocista. De momento, la riada va de bajada. El miércoles, en Almería, establecemos otra cota comparativa para saber la tendencia de cara al próximo fin de semana.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

También la mano dura que este entrenador tuvo con A. Bremhe, campeón del mundo alemán, es historia y ahí queda, al año siguiente copa y al otro recopa.
¿y qué?
estoy harto de culebrones de prensa rosa y pesimistas crónicos.
Ayer gran victoria y punto, a pensar en el Almería.
¿riada? a sí la que ha apagado vuestras ganas de incendiar...

Midar dijo...

Pues ojalá que estos "profesionales" le ganen al Almería un equipo teóricamente muy inferior a este Zaragoza de grandes nombres (¿habrá hombres?), porque si no es así el incendio se reavivará.
Lo que creo firmemente es que ya es hora de ser REALISTAS (y no lo digo por lo del adjetivo Real que lleva el Zaragoza en su nombre).

Anónimo dijo...

yo me apunto al realismo. Al realismo que piensa que el primer gol de ayer tenía que haber sido anulado; que con el 1-0 Tomason falló un gol cantado y Pavón lo arroyó acto seguido (si hubiera pitado penalty, no hubiera pasado nada). Al realismo que ve que el segundo gol es un regalo que llegó en el momento óptimo. Y al realismo que piensa que Oscar, a quien aborrecimos hasta que la llegada de Aimar lo sentó, resultó ser ayer un fenómeno que hizo el partido de su vida.
Me encantaría, lo juro, perder el realismo. Veremos si el miércoles estos chicos me lo quitan ganando al Almería de Corona y Soriano.

Anónimo dijo...

Pues que quereis que os diga, estuve en el Calderón pasando la mayor verguenza desde que voy a un campo de futbol, pensando si mi idolatrado en otra época (Victor) había perdido definitivamente la cabeza insistiendo una y otra vez en Aimar, Gabi y compañía. Al fin parece que ha visto la luz, por que dejar en el banquillo a gente como Sergio García y Andres (por muy broncas que sea) me parece un 'lujo' para el Zaragoza de mis amores. Ahora parece que Oscar también se apunta al carro de los que tiran del carro (también nos costó con Cani, que era irregular hasta que dejó de serlo) y me encuentro con que el Zaragoza que gana y se gusta es casi exactamente igual que el que hace dos años le metió 6-1 al Madrid en la copa. Y eso me hace pensar en todos los que han venido en la última época... Lo dicho, Victor rectificar es de sabios, ahora podemos decir que tenemos un buen equipo sobre el campo y un banquillo 'galactico'. Que siga así.

Anónimo dijo...

Creo que todos nos hemos desbordado un poco en los ultimos días y la victoria de ayer sirve para que nos relajemos un poco y observemos los próximos partidos con un poco, al menos un poco de tranquilidad y optimismo. Si el Zaragoza quiere ser grande todos los jugadores tienen que ser útiles, no es cuestión de arrinconar jugadores hasta el fin de los días. Al final son los jugadores, con sus actuaciones, quienes se ponen o se quitan, con independencia de que el entrenador insista con alguno más de lo normal, porque todos los entrenadores tienen sus preferencias. Al menos Victor ha sabido rectificar.
Por último, no sé por que pero me parece que la prensa está más enfadada con el equipo que la afición ¿Por qué será?

Anónimo dijo...

Tooootalmente de acuerdo. Un buen ejemplo el de la riada, Paco. Como siguiera bien el equipo en estos proximos partidos y Aimar y Dalessandro tengan que estar tres o cuatro domingos en el banquillo, auguro serios problemas para Victor con estos jugadores. Más barro. A ver como lo soluciona.

Anónimo dijo...

Y las ganas que tenéis algunos de que haya barro....