26 de febrero de 2008

Con cuidado, que la cosa está muy malita

Con cuidado, después de una semana de observar, analizar y escrutar la cara vista del Real Zaragoza y, sobre todo, los interiores (eso que normalmente no se divisa desde fuera, pero que es fundamental para entender muchas veces por qué pasan las cosas), voy a rascar unos milímetros más en la delicada actualidad de nuestro equipo de fútbol, ese del 5-0 de Sevilla.
Digo "con cuidado" porque, desde hace un par de semanas, tengo muy claro que esta situación que atraviesa deportiva, económica y socialmente el Real Zaragoza contemporáneo, necesita mucho cuidado. Cuidado intensivo, diría yo.
Como rezaba el titular del anterior artículo ("Preparados para todo"), ese que ha estado colgado durante una semana para desconcierto de algunos que no entienden esta quietud, hace tiempo que tengo muy claro que los riesgos que se corren en este punto del proyecto zaragocista son todos, absolutamente todos, sin descartar el más negativo de los posibles. Y, de ahí, derivan los temores que me asolan muchas veces: ¿está capacitado este grupo humano que dirige y protagoniza el actual Zaragoza (sobre todo en el ámbito deportivo y técnico) para soportar y reconducir positivamente todo lo que está pasando? Como tengo dudas, prefiero ver, estudiar e interpretar muchos gestos, movimientos e iniciativas curiosas que están pasando en los últimos 8 o 10 días en los alrededores de la sede zaragocista. Y lo hago en calma, que es como me gusta tratar los asuntos de envergadura.
Una vez contextualizado este nuevo apunte en el blog que a esta temprana hora del martes, 26 de febrero, escribo antes de acudir a la Ciudad Deportiva, voy a dejar algunas pinceladas de lo que me parece más grave en estos momentos de dudas y zozobras.

Es una evidencia que esta temporada tiene dos grandes fases: una, con Víctor; y otra, desde que Víctor desaparece del primer plano zaragocista (solo del primer plano, por cierto). La primera, fue debidamente seguida y contada con pelos y señales mientras duró. Pero, la segunda, es mucho más compleja por cómo están sucediéndose los acontecimientos. Una vez que se decidieron los directivos a destituir a Víctor Fernández (tras 9 partidos sin ganar, después de más de 3 meses sin una victoria, con un incendio en el vestuario como hacía tiempo no ocurría y con una postura personal del técnico inadmisible por pura obcecación e, incluso, desfachatez en sus razonamientos), la administración del día a día no ha seguido el camino más adecuado y, por ahí, se puede venir abajo cualquier atisbo de reparación de los daños.
El "asunto Garitano", por más que algunos quisieran en su momento enterrarlo con cal viva y modelarlo a capricho de sus intereses, prometo que está vivo. Mientras Ander respire y pueda hablar, ese epígrafe oscuro, turbio y manipulado de la historia reciente del zaragocismo está muy vivo. Solo que ahora, por todo lo que os explico en el preámbulo, considero que no es momento de abordar. Y considero que es así porque, lo prioritario, por encima de los personalismos e intereses ocultos de diversa gente que pulula alrededor del equipo, es que el Zaragoza salve el pellejo en Primera División. Después, queda un largo verano para poner a cada uno en su sitio. Y tengo la sensación de que así va a ser, entre otras cosas porque no va a quedar más remedio que aplicar un tratamiento de choque desde dentro mismo del actual club.
El "asunto Irureta", vigente porque el bueno del vasco es ahora el que tiene las riendas (así debería ser) del vestuario blanquillo, también sigue vivo y sería de desear que continuase vivo hasta mayo. De no ser así, probablemente podamos estar ante el principio del fin.
En el epílogo de este mensaje, guardo el hueco para el único "asunto" que debería estar cerrado y finiquitado y que, sorprendentemente, no lo está. El "asunto Víctor Fernández", a causa de los efectos secundarios que provoca su implicación real en el proyecto desde su llegada y del hundimiento del castillo de naipes que genera su desaparición para numerosos elementos del entramado que se organizó durante año y medio en torno al Zaragoza, no está siendo posible dejarlo descansando en paz. Pero, no es solo por culpa de quienes se empeñan en traerlo a la línea editorial cotidiana para exculparle de los graves males que aquejan al equipo (excusatio non petita, acusatio manifiesta, dice el sentido común cuando lees y oyes determinadas teorías de gentes de dudosa reputación profesional). Víctor también sigue vivo porque él sigue activando teclas desde "el exilio". Cuando en su despedida dijo, a modo de bravata amenazadora, que un día "volverá al Real Zaragoza como presidente o director general", probablemente estaba manifestando, implícitamente, que no tenía la intención de marcharse del todo a pesar de su despido, que su vinculación con el actual estatus no le iba a permitir cortar de raíz el cordón (o cordones) umbilical que alimenta a varios personajes del zaragocismo vigente.
Es un tema que huele a que va a dar mucho de sí, por lo que no quiero hacer de este blog un tocho (cosa que, me parece, ya va a ser imposible vistas las líneas que uno lleva hasta aquí).
Antes de concluir, solo una puntualización: en el mundo, generalmente, no son bien admitidas ni entendidas las "leyes de punto final". En el zaragocismo, tampoco se entenderían. Mal van quienes aprovechan el mal paso que sigue el equipo para afirmar aquello de que "se está demostrando que Víctor no era el culpable de los males del equipo". Al contrario. Precisamente, si estamos en estas circunstancias es, sobre todo, como consecuencia del roto que ha dejado el máximo hacedor del actual plantel, del actual ambiente y del actual esquema de plantilla. Sé que hay gente en el club que ya se lamenta de no haber terminado con la anterior etapa mucho antes para haber dejado más capacidad de maniobra a los herederos. Pero eso, ya no tiene remedio.
Y, por cierto, qué mal lo está pasando alguno, poniendo una vela a Dios y otra al diablo, buscando como siempre un amarre que le permita seguir flotando como un corcho vengan de donde vengan los vientos del futuro. Si te juntas a las 10.00 con tu jefe y luego te reúnes con su enemigo a las 12.00, es probable que acabes chafado en medio de tanta incongruencia. No se puede ser alto y bajo a la vez, gordo y delgado a la vez. Cuando las cosas se ponen crudas, toca elegir. Y elegir bien, a veces, resulta imposible para quien no tiene las manos libres.

18 de febrero de 2008

Preparados para todo

Así hay que estar de aquí al 18 de mayo. Preparados para todo. Las circunstancias que concurren en lo que ya va a ser el esprint final de esta abrupta temporada, aconsejan a todos los zaragocistas hilar fino en la puesta a punto de su estado anímico, mental y moral respecto de nuestro equipo ante la dificultad que presentan las próximas 14 jornadas de Liga en las que se va a definir la clasificación final de este año deportivo.
Tras hilvanar, mediante el escandoloso partido frente al Barça del pasado sábado, dos derrotas consecutivas (Osasuna y Barcelona), el sueño de reengancharse a peleas más nobles que la de la permanencia parece haberse difuminado definitivamente en el vestuario blanquillo (si es que, de verdad, alguien se lo creyó alguna vez).
A estas alturas, encarando el final de febrero, a 7 puntos de la UEFA (la marca el Sevilla, próximo rival que, por lo tanto, podría ampliar notablemente esa cota que nos distancia del área continental de la Liga el mismo sábado por la noche) y a 5 del descenso; con un corte espectacular justo por delante del Zaragoza (somos décimos, pero el noveno -Valencia- se ha marchado ya a 5 puntos), todo indica que el equipo aragonés va a pelear, en el mejor de los casos, por ubicarse en la zona de nadie, la parte anodina de la tabla, huyendo lo más rápidamente posible de los peligros de la cola para evitar riesgos, nervios y problemas de última hora.
El calendario venidero es duro. Durísimo. Ir a Sevilla el sábado es tener bastantes opciones de sumar el tercer partido consecutivo sin ganar (ojalá, por fin, el Zaragoza protagonice un sorpresón en esta Liga, ya que hasta ahora ha sido siempre sota, caballo y rey; un equipo previsible y plano).
Después, visitaremos al Levante, el desinhibido colista que, desde que sus jugadores no cobran, el follón interno es descomunal y su clasificación dice que tiene casi los dos pies en Segunda, están sacando más puntos que nunca. Recuerdan mucho al Nástic de Tarragona del año pasado por estas fechas y que, por cierto, nos ganó 1-0 en el Nou Estadi (sirva la reseña como advertencia en previsión de falsas euforias previas a este tipo de choques, que tan malas consejeras son).
Y, a continuación, nos visita en La Romareda el irregular -pero potente- Atlético de Madrid, que este año parece estar embocado para volver a Europa por muchos motivos y, el 16 de marzo, terminaremos esta etapa reina del calendario liguero zaragocista viajando a Villarreal, otro de los grandes de esta campaña.
En el múltiple prisma de las previsiones (que abarca siempre desde las más optimistas y solventes, hasta las menos favorecedoras y complicadas), no sería descabellado, ni sorprendente, ni ilógico, que el Zaragoza pudiese acumular 6 partidos seguidos sin conocer la victoria en una fase de la Liga realmente importante.
Si se quiere evitar esa racha, ya saben los profesionales del equipo lo que tiene que hacer: al menos, ganar uno de estos cuatro partidos complicadísimos que vienen seguidos frente al Sevilla, Levante y Villarreal fuera de La Romareda (donde las victorias zaragocistas son rarezas de la humanidad desde hace meses y meses) o ante el Atlético en La Romareda.
De lo contrario, ¿cómo podemos encontrarnos en la tabla la noche del 16 de marzo, dentro de solo 27 días? Sabiendo cómo se enturbió el ambiente cuando el equipo comenzó a no ganar partidos bajo la batuta de Víctor Fernández, que aguanto la serie negativa hasta 8 duelos sin vencer, pero que al noveno cayó fulminado... ¿Cómo soportarían Irureta y los dirigentes una nueva cadena de 6 partidos sin un triunfo y con el equipo, seguramente, en la zona baja de la clasificación camino del final de Liga?
Son cuestiones, amigos míos, que hay que tener previstas. Por lo que pueda pasar. No hay que pecar de iluso u optimista desmedido. El año viene tan cruzado, que cualquier adversidad no puede pillar a nadie desprevenido. Es necesario tenerlo todo en cuenta.
Apuesto por dar la sorpresa en el Pizjuán, más que nada porque el Sevilla juega este miércoles en Estambul contra el Fenerbahce la ida de los octavos de final de la Champions League y, supongo, llegará al partido del sábado mitad cansado, mitad despistado (la guerra de las teles en este caso nos ha favorecido al adelantarlo contra natura y no jugarse en domingo, que era lo suyo).
Me encantaría que, por una vez, el equipo de Irureta sepa cumplir con su papel de favorito y tenga la suficiente personalidad e iniciativa como para ganar al colista Levante en su incómodo campo valenciano. Y, como en años anteriores, espero que el Atlético de Madrid caiga derrotado en La Romareda y volvamos a reencontrarnos con el triunfo como locales dentro de 15 días. Y, por supuesto, puestos a soñar una reacción zaragocista en el momento de la verdad, me encantaría ver cómo se gana al Villarreal en El Madrigal, lugar en el que nunca se ha ganado antes el Primera División.
Pero, ¿y si no se puede amarrar tanto deseo y las hechuras del año siguen sin cambiar demasiado en relación a todo lo ocurrido anteriormente?. Pues vuelta al principio del pensamiento: habrá que estar preparados para todo. Incluso para que los árbitros, como Pedro Barcia, González Vázquez y otros con hechos similares en años precedentes, puedan seguir perjudicando al Zaragoza. Las cosas, ya sabemos, muchas veces no vienen solas.

16 de febrero de 2008

Irureta, el 4-2-3-1, el nuevo Zaragoza...

Estamos en época de cambios. A solo 3 meses del final de la temporada, Javier Iruretagoyena, nuestro tercer técnico del curso, imprime hoy frente al Barça de un nuevo aire, de una nueva idiosincrasia. Llega el 4-2-3-1, ese sistema táctica que parece (y es) un pelín más defensivo que el 4-4-2 por el mero hecho de que arriba, en la referencia ofensiva, solo participa un delantero. Este partido contra el Barça es un momento referencial en la temporada en curso. El cuarto partido de Irureta al frente del vestuario zaragocista, en el inicio de un calendario brutal para el cuadro aragonés, supone (inequívocamente) un paso atrás en la concepción del andamiaje del equipo. Es Irureta y sus métodos clásicos y, también, es el Real Zaragoza en su periodo obligado de rectificación de errores anteriores en busca de mayor solvencia y, sobre todo, puntos que salven la temporada de la mejor manera posible.
Con el adiós de Víctor Fernández, se puso punto final al fútbol espumoso de los últimos 19 meses. Fue bonito mientras duró, pero duró poco. La Liga española no está en 2007-08 para frivolidades. Es un campeonato exigente, reñido, peleado, igualado, disputado a más no poder, sin demasiadas diferencias entre el 4º clasificado y el 17º. Y esos detalles marcan mucho la manera de actuar. Ya no sirven elementos evaluativos propios de principios de los años noventa. Están simplemente cadudados. Esta Liga es un enjambre de equipos similares, mínimamente diferenciados por detalles minúsculos. Y, a mitad de febrero, el veterano (dicen algunos que cadudo) Irureta, ha llegado a Zaragoza con las ideas muy claras. Otra cosa, no. Pero las ideas, las tiene clarísimas. De aquí al 18 de mayo, es cuestión de sumar los puntos que dan la salvación cuanto antes y, a partir de ahí, si todo llega a tiempo y en forma debida, pensar en otras cosas mejores
Por eso, amigos nostálgicos y defensores de regímenes anteriores, Irureta va a contar con licencias que otros antes no tuvieron. Símplemente porque su papel es distinto a los precedesores. Irureta es un reparador de errores previos. Un parche a "cagadas" monumentales fraguadas durantes los primeros cinco meses de campaña. Irureta, por tanto, no puede ser medido bajo el mismo baremo que sus anteriores. El irunés ha venido, como es normal en estos casos traumáticos, a solucionar los líos y defectos que los que han estado antes han permitido, patrocinado o consumado. Su papel es comprometidísmo pero, a la vez, mucho más consentido.
Ahora, lo importante es arreglar las rayas, bollos, marcas y demás lastres que el proyecto inicial ha causado a la cara vista de nuestro Real Zaragoza. Es un "arreglalotodo", un "3 en 1" en toda la regla. Es verdad que no tiene carta blanca, porque la Liga no se la va a permitir (como se le ocurra estar 6 partidos sin ganar, no le arriendo las ganancias), pero si que es cierto que Irureta es un entrenador que recibe vibraciones positivas de todos los sectores del zaragocismo (sólo tengo una duda, la de los más exaltados 'victorfernandistas' que no tengo claro si han digerido que su dios -con mínúsculas, claro-, ya no ejerce).
En cualquier caso, en estas circunstancias tan concretas y peligrosas, lo único que manda (más que nunca) son los resultados. Por ejemplo, al bueno de Marcos Alonso, el año del descenso, esos resultados le jugaron en contra desde el principio y no pudo levantar cabeza. A Irureta, las próximas semanas le van a diseñar su imagen, ahora todavía difuminada.
Son tiempos de dudas, de cierta experimentación, de deseos positivos que necesitan concreciones a base de realidades y, por encima de todo, tiempos de cambios que requieren la aportación favorable de todos los protagonistas: entrenador, jugadores, dirigentes y entorno.
Esta noche, a eso de las 12 de la madrugada, tendremos datos concretos con los que diagnosticar el futuro inmediato. Ojalá que sea bueno.

12 de febrero de 2008

Barça, Sevilla, Levante (fuera), Atlético y Villarreal. Un mes decisivo.

Concluyó en Pamplona la primera parte del calendario de la segunda vuelta, esas cuatro citas accesibles que se han saldado con 7 puntos sumados de 12 disputados (en la primera vuelta fueron solo 5 los cosechados ante Murcia, Racing, Athletic y Osasuna).
Ahora, la cuesta se empina amenazadoramente. Barcelona, en La Romareda; Sevilla, en el Pizjuán; Levante (colista desinhibido) en su campo valenciano; Atlético de Madrid en Zaragoza y, por último, Villarreal en El Madrigal, componen un repóker de rivales concatenados que van a subir la exigencia del Real Zaragoza hasta cotas nunca solicitadas por la competición hasta este momento.
De los cinco, tres están entre los cuatro primeros clasificados, es decir, en puestos de Champions League: Barcelona, Atlético y Villarreal. Otro, el Sevilla, clasificado de manera triunfal para los octavos de final de esa Liga de Campeones donde lo está bordando, viene al trote camino de engancharse en breve tiempo a los puestos UEFA después de haber descuidado bastante su atención por la Liga a causa de su falta de costumbre a compartir peleas con la más alta competición continental (los sevillanos son, en definitiva, otro grande del fútbol español en estos momentos). Y, por fin, el quinto elemento del durísimo repertorio que aguarda al Zaragoza en el horizonte del final de febrero y el mes de marzo, es el colista Levante allá en su vetusto campo del Ciudad de Valencia. En este caso, el peligro radica en la desconexión que viven los levantinistas con la realidad de la competición, debido a su casi seguro descenso, a sus problemas gravísimos de índole económica, a la masiva fuga de jugadores por falta de pago y al lío morrocotudo que se vive en la entidad granota. En esa situación, el Levante es carne de primas ajenas, es un rival impredecible, sin presiones ordinarias, que puede aguar la fiesta (ya lo ha hecho recientemente) al más pintado. A uno le recuerda mucho el choque del año pasado en Tarragona, sin ir más lejos en el ejemplo.
Cuando este repóker durísimo de partidos concluya, la Liga se habrá metido en la jornada 29, o sea, en el sprint final donde todo se define y se dirime a brazo partido. Para llegar en condiciones de no sufrir demasiado a ese instante, el Zaragoza ha de sumar en esta fase de cinco partidos que se le aproxima un número de puntos que, a priori, está muy por encima del que la confianza en el equipo otorga. De los 15 puntos ante Barça, Sevilla, Levante, Atlético y Villarreal habría que obtener, como mínimo, la mitad. Entre 7 y 8 estaría bien ponderado. ¿Es posible? ¿Lo sabrán hacer? De los 5 duelos, 3 son a domicilio. Vista la marcha del equipo fuera de casa, ese dato es pavoroso. En casa, los rivales son Barça y Atlético, dos 'cocos' cuando juegan fuera de sus estadios y los dos que golearon con estrépito al Zaragoza en la primera vuelta, con sendos 'cuatros' que hirieron de muerte al proyecto de Víctor Fernández en su momento.
Nos aprestamos, pues, a vivir cinco semanas de alto contenido futbolístico, ambiental y emocional. Esta vez no es un tópico. De lo que ocurra en estos 5 duelos, podremos concluir, con un altísimo grado de fidelidad, cómo va a ser el final de Liga para este mal Real Zaragoza de la temporada 2007-08. Ellos dirán sobre el césped.

9 de febrero de 2008

Aquel entrañable partido de amigos y vecinos que un día se perdió

Pamplona. Osasuna. En tiempos pretéritos, partido grande, de máxima rivalidad, de trenes especiales, de comidas de hermandad entre dos viejas y arraigadas aficiones... Ahora, lamentablemente, es otra cosa. Futbolísticamente sigue siendo un partido atractivo, con garra, con sabor. Pero fuera del césped, los últimos quince o veinte años han devaluado sus valores tradicionales a través de los consabidos tintes socio-políticos que determinados grupos radicales han inyectado en cada partido entre el Atlético Osasuna y el Real Zaragoza.
Es una pena, pero los hechos ahí están y no se pueden obviar. Hay que orillarlos en los análisis profundos de cada partido entre rojillos y blanquillos, pero para quien estaba acostumbrado a viajar y disfrutar de un choque cercano, con un viaje atractivo de menos de 200 kilómetros, es una auténtica pena. De hecho, hace tiempo, mucho tiempo, que la gente ya no se desplaza. Hay cierta tirria, cierto rechazo a hacerlo, hasta tal punto que ni se plantea en la inmensa mayoría de seguidores de ambas escuadras. Ni los navarros viajan a La Romareda, ni los aragoneses al viejo El Sadar (ahora Reyno de Navarra).
Este es un caso digno de análisis sociológico que podría demostrar cómo elementos ajenos a un ámbito pueden ser capaces, por una mala gestión de los organismos, entidades o colectivos implicados y de las autoridades competentes, de modificar los hábitos sociales y las costumbres y tradiciones más arraigadas.
Al margen de estas circunstancias del envoltorio del partido, este Osasuna-Zaragoza de mañana es un duelo vital para ambos. Los navarros están en puntos de descenso, atrás en la cola después de una racha penosa en el último mes y medio. Los aragoneses, que rozaron esa peligrosa cota hace cuatro semanas, están en plena huida del los bajos fondos de la Liga. Pero no pueden cantar victoria porque la igualdad del campeonato no permite respiros.
Ganar es para Osasuna media vida. Vencer es para el Zaragoza confirmar su rectificación tras el cambio de dirección en el banquillo y, sobre todo, volcar la tendencia de su racha y volver a acercarse con consistencia a los puestos continentales. La Liga está tan apelotonada en esa enorme franja central de la tabla que une el puesto 7º con el 18º que, una racha buena de tres o cuatro partidos sumando de tres en tres como podría acumular el Zaragoza en este momento, supone un empujón tremendamente visual en la clasificación (todo lo contrario que ocurre si, inversamente, esa racha es negativa y sin puntuar apenas, como bien sabemos por aquí).
Ahí se encuadra el partido de Pamplona para el Zaragoza. Son tres puntos de vida, de sueño con cambiar el paso de este mal año. Sabiendo que, si se volviese a perder ante un rival necesitadísimo, los problemas están aún tan cerca que volverían a asomar indefectiblemente. Vamos a ver qué sucede mañana en el presionante campo pamplonés. Os lo contaremos.

5 de febrero de 2008

Una calma necesaria

3-1, victoria sobre el Murcia; 2-2, empate en Santander; 1-0, triunfo sobre el Athletic de Bilbao. Tres partidos de la segunda vuelta, 7 puntos. De los 22 que contabilizaba el equipo al término de la primera parte del calendario (tras igualar a 2 en La Romareda ante el Mallorca), se ha pasado en tan solo 20 días a sumar 29. Se trata de un arreón fundamental para que el medio ambiente zaragocista se haya dulcificado de manera sensible y agradecida. Ese medio ambiente que ha estado enormemente perjudicado con el paso de los meses, desde que la eliminación en la UEFA a pies del modesto Aris Salónica -allá por los Pilares- abriese la caja de los truenos en un equipo descoyuntado en todos sus ámbitos. Ese medio ambiente que alcanzó, como es siempre normal en estos casos, su grado de incandescencia más elevado al sucederse en pocas fechas la traumática decisión de destituir a Víctor Fernández y, de manera inesperada y polémica, llegase consecutivamente el abandono prematuro de Ander Garitano de la misma plaza en el banquillo zaragocista.
Sabido es que, siempre que llueve, escampa. Y episodios como estos ha habido (y habrá) decenas de veces a lo largo de la historia, por lo que el recorrido de sus acciones y reacciones, con leves matices de actualización, es fácilmente previsible. Del miedo se pasa al pánico, el pánico dificulta la toma de decisiones; cuando no queda más remedio, esas decisiones se toman y provocan reacciones variadas y de difícil asunción para muchos; las heridas supuran y causan días de dolor y mal humor; se admiten mal las críticas y las opiniones contrarias o tangenciales a lo hecho; y, con el paso de los días y la reconducción del conflicto o el problema, las aguas pierden depósitos de barro, se vuelven más claras y, sobre todo, regresan a su regular cauce. Por ahí hemos vuelto a pasar una temporada más por ese sendero, mal que nos pese a todos.
Como dijo ayer Sergio Fernández, uno de los veteranos del vestuario, "por fin tenemos un lunes tranquilo y podemos ver la semana con calma". Así es. Con los triunfos y los puntos, se aplacan todas las dificultades y se llevan a segundo y tercer plano los asuntos peliagudos de un vestuario, de una convivencia con el entorno, de ese día a día complicado que, en cualquier empresa y en cualquier sector laboral, se da durante varias épocas del año.
Desde octubre hasta el 13 de enero, no llegaron ni en broma esos triunfos y esos puntos. Y la caldera acabó ardiendo. Desde el 20 de enero, el efecto revulsivo se ha dejado notar y algo ha cambiado de forma nítida. Han aparecido nuevos protagonistas. Otros se van y tanta gloria llevan como paz dejan. Como también advertía ayer Sergio, no cabe lanzar las campanas al vuelo porque el camino por recorrer es lo suficientemente largo y complejo como para que los problemas rebroten. Pero, sin duda, y gracias a Dios, algo ha cambiado para bien. Mucho mejor así. Con menos pulsaciones, todo el mundo trabaja más a gusto. Y se nota.

1 de febrero de 2008

Timbal de huevos rotos a la zaragozana. Receta

Dificultad: notable, pero viene precocinado, solo hay que observar
Ingredientes: muchísimos, pero todos al alcance de la mano, pura actualidad
Sabor: extraño por variado, dulce para algunos, agrio para otros, ácido incluso para otra parte
Receta para +- 30.000 comensales.

Se necesita:
1 operación acordeón
1 junta extraordinaria de accionistas bien tensa
3 proyectos de estadio nuevo en la ciudad
2 ó 3 emplazamientos para ese nuevo estadio (si están sin definir del todo todavía, mejor)
3 entrenadores (si quedan escasos, podrían ser hasta 4)
1 d'alessandro (los de doble coleta son los más adecuados)
6 ó 7 agentes y empresarios argentinos reunidos brevemente (para dar sabor más que nada)
2 ó 3 jugadores estrella revenidos (si son de la marca Aimar, Matuzalem o similar, mejor)
Unos cuantos dirigentes noveles con aire de despiste general en lo futbolístico pero avispados en lo extrafutbolístico.

Preparación:
Se mezcla todo bien y se deja macerar (si es duranta unos días y en los meses de enero-febrero, todo perfecto)
Una vez se tenga todo asumido, se le da forma de timbal para la presentación en el plato y ya está listo para comer. (sabiendo que, donde comen 30.000, comen 300.000, es cuestión de repartir o prorratear)
Alguien preguntará, ¿y los huevos rotos?. En este plato, los huevos rotos no son un ingrediente. Son una consecuencia.

Buen provecho, si es que sois capaces de hacer la digestión con facilidad. El plato es fuerte, para estómagos robustos.