30 de noviembre de 2007

Miedo a perder

En las entrañas del Real Zaragoza hay mucho miedo a perder el partido de pasado mañana en Huelva. Saben que la situación empieza a ser muy dura y que, volver del campo de uno de los equipos más flojos del actual campeonato con un nuevo fiasco, llevaría la temperatura ambiental alrededor del zaragocismo a cotas elevadísimas, tremendamente incandescentes.
Son horas de tensión. De caras largas y de nulas apariciones públicas. De muchas llamadas telefónicas. De muchos mensajes SMS. Se mira con lupa lo que los periodistas escriben en los diarios (básicamente los disidentes, que los palmeros están bien aleccionados y cumplen a rajatabla con el mensaje único de Kremlim). Aumenta la obsesión. Se barrunta una tormenta con tifones y piedras como pelotas de golf. Se siguen repartiendo cañonazos contra todo aquel que ose criticar el actual "statu quo" de la entidad. Se llama a la guerra santa, porque el proyecto puede estar tambaleándose en caso de no enderezar el rumbo deportivo de inmediato. Se acude a todos los métodos y rincones de opinión, se intenta absorber voluntades. Todo es poco.
Según van acumulándose los malos resultados, las críticas se toleran peor. Siempre fue así y, ahora, en este peculiar y particular Real Zaragoza de 2007, mucho más.
Pero si el oficialismo vigente y el oficiosismo pedáneo zaragocistas están temerosos de los que pueda pasar en Huelva, el zaragocismo de siempre, los que queremos estos símbolos, estos colores, la vieja esencia del tradicional club de fútbol, también lo estamos. La diferencia es que nosotros lo estamos solo por cuestiones futbolísticas. Nos gusta el fútbol, todavía queremos seguir viendo este invento desde el prisma deportivo, ese punto de vista en el que los partidos siguen siendo lo más importante del día a día... esos puntos, esa clasificación, esos detalles de las alineaciones, los sistemas tácticos, los árbitros... En fin, lo de siempre. Los primeros, observan las dificultades pensando, además, en otras cuestiones mayores.
En lo que sí coincidimos todos (oficialismo, oficiosismo y zaragocismo de siempre) es el nuestro miedo a perder porque sabemos que, sin resultados deportivos, el proyecto económico y societario será inviable con total seguridad. O sea, que la viabilidad del Real Zaragoza como sociedad anónima deportiva puede quedar muy en entredicho de cara a los dos o tres próximos años.
Por eso, hay que ganar como sea en Huelva. Unos piensan, egoistamente, que hay que hacerlo para salvar su culo. Otros, para salvar el de su amigo, su socio o su colega gastronómico-festivo. Otros, alimentando sus más bajos instintos por si en el futuro pueden brindar un corte de mangas a quienes no han estado cubriendo convenientemente los errores y las evidencias negativas de sus camaradas, en el caso de que el equipo reconduzca mínimamente el camino.
Y la mayoría, el zaragocismo de siempre, quiere ganar en Huelva por la esencia del fútbol. Por el placer que da siempre ver ganar a tu equipo. Por lo bonito que es terminar un domingo mirando la tabla clasificatoria para ver cuántos puestos has subido gracias a los tres puntos logrados esa misma tarde. Y, en el caso de muchos, que vamos analizando los pasos que el Real Zaragoza viene dando en todos los sentidos desde hace varios meses, queremos ganar en Huelva, además de por estas tres últimas causas de carácter colectivo y puramente futbolístico, porque nos da miedo el futuro en caso de que el equipo no termine saliendo de esta malísima racha que ha cogido cara de crisis.
Así pues, como cada domingo, todos los zaragocistas volveremos a empujar en nuestras mentes para que los once jugadores que haya sobre el Colombino con el escudo del león en el pecho (aunque ahora sea el logo eventual del 75 aniversario) logren una victoria. A todos, cada uno desde un prisma muy particular y concreto, nos interesa lo mismo.

27 de noviembre de 2007

Mucho ojo

Eso es. Mucho ojo. Ojo con la manera de gestionar esta crisis del Real Zaragoza. Ojo con las decisiones que se toman. Cuidado con el manejo de los resortes habituales en estos casos. Lo que está en juego es algo más que un puesto concreto, o que una mera permuta de nombres. Lo que importa es la estabilidad del equipo. Siempre es así cuando las cosas vienen mal dadas, pero en este caso, mucho más porque la situación en la tabla no es límite (otra cosa es que sea decepcionante con arreglo a la inversión realizada y a las expectativas levantadas en los últimos meses por los responsables de este proyecto).
Y adoptar medidas drásticas a temporada lanzada requiere mucha mesura, mucho análisis previo. No todo es tan sencillo como parece de antemano. A veces, en Zaragoza sabemos de eso, las decisiones precipitadas o poco prevenidas, han acabado muy mal. A veces, es peor el remedio que la enfermedad.
Por lo tanto, a estas alturas de Liga y de calendario, es obligado acudir a la meditacion de todos los responsables de área en el Real Zaragoza. De todos. Víctor Fernández, el mascarón de proa deportivo del nuevo Zaragoza del siglo XXI, aparece ya claramente cuestionado. Dentro del club se han empezado a calibrar con lentes gruesas las circunstancias actuales del equipo.
Pero, a pesar de que el equipo no funciona desde el mismo inicio de la temporada, en este punto, seguramente, la teoría ideal sigue siendo la de abogar por la estabilidad. Y seguir pensando que lo más conveniente es que Víctor se siente en el banquillo aragonés la tarde del próximo mes de mayo cuando el equipo juegue su último partido de Liga en Mallorca. Aunque el año sea malo. Aunque las expectativas de expansión del club, Europa incluida como elemento básico del proyecto, se vayan cayendo paso a paso con el discurrir de los partidos. Víctor debe aguantar ahí hasta el final. E intentar reconducir, con su sabiduría y experiencia acumuladas desde hace más de una década en los vestuarios, todos los problemas que vayan surgiendo.
Entrar en otra temporada convulsa con prontitud, como pasó en 2004, o en 2001, o en 2000, o en 1997, o en 1991... sería tentar demasiado a la suerte, quizá al mal fario. El Zaragoza no está para experimentos, ni para locuras que no garantizan nunca el éxito en caso de rupturas traumáticas.
A los jefes del Zaragoza les va a tocar pasar por esa penitencia que el mundo del fútbol implica cuando las cosas van mal: tendran que asumir las críticas (ni Víctor ni casi nadie en el club y sus pedanías las han admitido, a pesar de que las evidencias desde agosto han sido palmarias). Y desde ese punto de partida, saber manejar los tiempos y el medio ambiente que les va a tocar respirar. Algunos (los 'deportivos') son ya veteranos y saben latín de esto. Otro (los advenedizos a los despachos nobles) lo llevarán peor porque no lo han sufrido nunca. Pero así es el fútbol. Unas veces se está en la gloria, cuando se gana, y otras, en el infierno, cuando se pierde.
Consejo de amigo: que le pidan asesoramiento a Soláns, a Zalba, a Aznar (Ángel), a Beltrán... En el fútbol, los ciclos suelen ser repetidos.
Espero que los errores cometidos respecto de determinados entrenadores en la última década no se repitan. Paciencia. Que cada palo aguante su vela, pero paciencia y mesura. Que nadie crea que por eliminar una ficha cualificada va a salvar su culo o va a evitar juicios ulteriores. El año es el que es. Los errores son los que son. Esté este entrenador o vengan tres más hasta junio. Por lo tanto, calma y buen cálculo. Quizá lo mejor sea ver en la rueda de prensa de Son Moix, en el próximo mes de mayo al término del partido frente al Mallorca, a Víctor Fernández. Hoy por hoy, seguro que eso es así. Estoy convencido mirando alrededor y viendo lo que veo.

24 de noviembre de 2007

Por dos horicas de fútbol; solo fútbol

Real Zaragoza-Getafe. 21.oo, Canal +. Es nuestra próxima estación. Dos horas de fútbol dominical, ese maravilloso veneno de toda la vida. Deseando que llegue el domingo para ir al estadio. Esta vez más, porque venimos de un parón por las selecciones nacionales que nos ha hecho perder el hilo habitual de la competición. Y mucho más porque los dos últimos partidos oficiales del equipo fueron a domicilio, en Sevilla y Pontevedra.
Qué pena que la temporada no esté resultando tan atractiva como la pasada. Y qué lástima que los grandes asuntos que rodean a la entidad no encuentren las salidas pretendidas en un principio y el proyecto esté en un peligroso y preocupante atasco. Los números hechos públicos en la Junta General de Accionistas de ayer viernes, como habréis podido observar en la edición impresa de HERALDO DE ARAGÓN, así lo refrendan. Por eso, precisamente por eso, los partidos, esas dos horicas de fútbol, son una bombona de oxígeno cada siete días. Es el único contacto con la esencia de este negocio: el balón, las porterías, las pasiones, las emociones, las ilusiones...
En medio de un principio de temporada nada ordinario, lleno de incidencias que han roto desde el mismo inicio la normalidad de las cosas, ya no cabe incidir más en la importancia de los puntos ante el Getafe. Ya se sabe. Hasta en el hastío de los más afectados por ese halo de decepción que cunde en muchos sectores del zaragocismo, se sabe que ante los madrileños hay que ganar como sea para evitar que la palabra crisis se escriba desde el lunes con mayúsculas. Hasta en la comprensión de los más fervientes forofos, conformados como siempre con cualquier cosa antes que osar decir una mala palabra sobre el equipo de sus amores, se reconoce implícitamente que la situación no es cómoda deportivamente y que, o se vuelve a dar un golpe de timón como el día del Villarreal, o el equipo se puede desenganchar del vagón europeo en el que queremos estar, como el año anterior.
Es un domingo otra vez raro. Otra vez, las lesiones y las sanciones provocan un once inicial inédito. Tenemos alicientes que seguir, como el posible debut de un chaval de Figueruelas, Óscar Valero, que puede ser lateral derecho en ausencia del uruguayo Diogo, castigado por acumulación de amarillas. Y probablemente volverá Celades al timón del equipo, después de haber estado defenestrado por el entrenador desde el verano.
Por lo demás, en principio, Víctor va a seguir confiando en el llamado plan B. Aquel que surgió a la desesperada el famoso día del referéndum ante el Villarreal, con Sergio García y otro defenestrado por el míster, Óscar, en las bandas en lugar de las estrellas argentinas Aimar y D'Alessandro. La sorpresa que supuso la alineación de este último en el partido anterior ante el Betis parece que esta vez no tiene tintes de repetirse.
Sea como sea, la llegada del domingo nos acerca de nuevo al núcleo de la película, el fútbol, que nos une a todos desde hace años, lustros, décadas, alrededor de un mismo nombre: Real Zaragoza. Juegue quien juegue, lo entrene quien lo entrene, lo presida y administre quien lo presida o administre.
Y en estas horas previas a otro nuevo partido de mi equipo, mucho más después de analizar y escudriñar con mucha más calma los datos, detalles, elementos colaterales que se han desprendido de la última Junta General de Accionistas, me vuelvo a hacer una vez más las mismas preguntas que me asaltan desde hace un par de años largos: ¿A dónde va el Real Zaragoza? ¿Cómo solucionará sus dificultades económicas y quién será capaz de reconducir su tendencia a descarrilamiento societario?
Se marchó Soláns (¿?). Llegaron los actuales dirigentes (¿?). Y el agujero sigue creciendo. Y las soluciones que se antojaron y anunciaron inmediatas y urgentes no llegan. Al contrario, cada vez que se intenta dar un paso adelante decisivo, surgen trabas, peleas políticas, denuncias particulares, intereses soterrados mil. Y lo primero que, con el paso de los días, no está claro es quién ni cómo está realmente detrás de esta S.A.D. (la cosa ya empezó con niebla el día que Emilio Garcés, el otro socio comprador del club a Alfonso Soláns, abandonó en extrañas circunstancias la empresa al quinto día de llegar, y desde entonces, pocas cosas se han ido iluminando; al revés).
Por más que haya ganas de olvidar este tipo de disquisiciones ajenas al puro fútbol, alejadas de la miga de un equipo como el Real Zaragoza como son sus partidos semanales, hay gente que, cada vez más, las tiene en la parrilla de salida de su cerebro. Por muy forofos que sean.
Otros, como los profesionales del periodismo, las debemos de tener siempre presentes por puro mandato deontológico (algunos adláteres que pululan por este oficio quizá piensen al leer esto que se trata de otro idioma, pero no, es castellano).
Así que, en medio de este medio ambiente (que a algunos, por lo que observamos con cierta curiosidad, tan poco os interesa tocar), menos mal que llega el fútbol y su esencia. Un Zaragoza-Getafe que nos va a devolver la alegría por ver rodar un balón y, ojalá, cantar varios goles de los blancos y azules. Por encima de que con nuestra camiseta de siempre (estrenamos las nuevas ADIDAS, por cierto) haya futbolistas de dudosa rentabilidad presente y futura, por encima de que esta sea la plantilla más cara de la historia y su calidad y rendimiento no esté a la altura que se esperaba; por encima de que el entrenador esté más o menos acertado o gobierne mejor o peor sus propias circunstancias; por encima de que la nebulosa que rodea al actual Zaragoza no sea la mejor aliada para encauzar las cosas a medio plazo del mejor modo... Por encima de todo, como siempre, hay que ganar el partido y disfrutar durante dos horicas. En eso consistía el fútbol en las épocas menos complicadas de este invento mundial.
Cuando el partido contra los getafenses haya acabado, algunos, en el deber de nuestra profesión, nos seguiremos preocupando e intentaremos trabajar por saber dónde competirá este Zaragoza nuestro dentro de dos o tres años, si podrá hacerlo en un campo nuevo, si tendrá una dirección clara y transparente o derivará en una amalgama indescriptible e insondable de acciones, empresas y personas cuyos intereses no están precisamente radicados en el propio fútbol.
Los míos, los nuestros, sí que lo están. Desde hace 36 años y hasta la muerte.

22 de noviembre de 2007

Vuelven las emociones

Como habréis podido comprobar, estimados amigos, han pasado tres días sin actualizar este blog, a pesar de que ha habido noticias y circunstancias que podrían haber justificado plenamente nuevos contenidos. Ha sido una decisión personal. Unilateral. Voluntaria e intransferible.
En una semana comprometida para el equipo (jugadores y técnicos), después de la dura y bochornosa derrota en Pontevedra (Segunda B) en la Copa, que se añadía a las dos volteretas consecutivas ante los penúltimos de la clasificación liguera (así lo eran respectivamente el Valladolid y el Betis en los últimos dos choques dominicales), decidí otorgar unas horas de oxígeno puro a cualquier debate o disquisición sobre nuestro Real Zaragoza. Bastante cargado viene el ambiente desde hace semanas, como para insistir de manera permanente sobre los errores, vicios y demás elementos nocivos que pululan alrededor del actual equipo, de la actual entidad vigente en el final de 2007, en pleno 75 aniversario de este antiguo club, que sigue concitándonos a miles y miles de aragoneses (de aquí y de la diáspora) alrededor de él.
Pero ya llega el siguiente partido. Pasado el parón por las selecciones nacionales, visita el Getafe el estadio municipal de La Romareda. Un partido que solo debe contemplarse con la victoria blanquilla. Perder 4 partidos oficiales seguidos sería gravísimo. Pasar 4 encuentros seguidos sin vencer acarrearía duras vivencias. Ante los getafenses, el domingo a las 21.00 (Canal +), el objetivo es ganar o ganar. Como sea. Lo contrario será llamar al mal tiempo. Al descontento manifiesto. Por más que los defensores de lo imposible sigan abogando por que aquí no pasa nada.
La semana ha transcurrido con una calma tensa muy llamativa. Uno pensaba (y comentaba con veteranos colegas de profesión) lo que hubiese significado este bloque de diez días sin liga en otros momentos más o menos recientes. Después de sumar 3 derrotas muy lacerantes de forma consecutiva, hubiera habido cera a todas las caras. Si el estatus del club hubiera sido cualquiera de los anteriores y el entrenador se hubiera llamado de cualquier otra manera (nunca Victor Fernández, como ahora), el lío habría sido morrocotudo.
Sin embargo, es evidente que hay una delicadeza especial por todo lo que acontece alrededor del actual Real Zaragoza. No es ni caridad ni beneficencia. Es miedo. Es acojone. Es desconocimiento.
No está claro cuál es el presente de esta sociedad y, mucho menos, su futuro. Se desconocen parámetros básicos de cualquier sociedad. Desde hace año y medio vivimos en intuiciones, en sensaciones, pero nunca en certezas. Y la gente vive en un estado permanente de incertidumbre. Hay cosas que no cuadran, piezas y comportamientos que no casan. Tenemos un agujero económico brutal pero aparentamos ser ricos. Nos echan de la UEFA y alguien dicen que aquí no pasa nada. Pagamos dinerales a jugadores y demás y, sin embargo, los ingresos no llegan a esos niveles ni por asomo.
La masa social del Zaragoza vive en una nube. Pendiente del fútbol, del lamín de los resultados, de la primera imagen que se genera cada fin de semana una vez ha finalizado cada partido del equipo, pero sabe que en el fondo, detrás de todo, hay una nebulosa extraña que no hay nadie que defina. Importa Víctor Fernández, también Aimar, o D'Alessandro, o Diogo... pero cada vez menos. Empieza a preocupar el papel del accionista mayoritario, y el del presidente ejecutivo, y el de los números de la deuda, y el de esa entelequia llamada Radiotelevisión Aragonesa, y el de los políticos y sus intereses indefinidos para ubicar el nuevo estadio de la ciudad, y el de las recalificaciones de pastillas como la de las oficinas del club o la Ciudad Deportiva... Por eso, semanas tan calmadas como esta, pero a su vez tan tensas, solo son posibles de ver en el Zaragoza contemporáneo.
Por encima (o al margen) de todo este tipo de dudas existenciales que merodean cada vez con mayor densidad por los cerebros de la mayoría de los zaragocistas, lo que nos va a tocar acometer ya mismo es el duelo del domingo en La Romareda ante el Getafe. Vuelve la Liga. Sin Diogo y Luccin por sanción (quizá acabe siendo un gran alivio en ambos casos). Con Juanfran y, sobre todo, Celades, que vuelven al once inicial. Con el debut del canterano Valero (es de Figueruelas, no de Buenos Aires) como elemento gratamente novedoso del domingo si al final se produce...
Vuelve el fútbol, esa excusa que casi siempre somete al resto de las cosas a un segundo plano, aunque sean fundamentales para el futuro de esta historia llamada deporte profesional o sociedades anónimas deportivas. Y con las discusiones sobre futbolistas, puestos, esquemas tácticos, entrenadores y preparadores físicos, la mayoría de los hinchas acabarán pasando el rato. Otros, sin embargo, bajarán más abajo en el calado de las cosas. ¿Tiene futuro este Real Zaragoza? ¿Dónde competiremos dentro de 3 o 4 años si los derroteros político-económico-sociales de la ciudad y la región no discurren por dónde deben? Eso también son emociones. Pero fuertes, muy fuertes. Demasiado fuertes.

19 de noviembre de 2007

Llega la Navidad

Llega la Navidad y, con ella, el mercado del fútbol internacional se vuelve a acelerar. Atrás quedaron los culebrones de verano, las prisas a finales de agosto en todas las ligas mayores para cerrar los cupos de fichajes. Unos, no llegaron a tiempo de cuadrar las plantillas. Otros, no tuvieron dinero suficiente. Otros más, no quisieron arriesgar en operaciones dudosas y prefirieron aguardar a la nueva apertura de fichajes el 1 de enero.
Y, como sucede con las bombillas y los juegos de iluminación callejera en las grandes ciudades, los representantes de futbolistas cada vez se ponen en marcha antes. Aunque aún queda más de un mes para que se puedan volver a contratar jugadores en los principales países del mundo futbolístico, los vendedores de piezas balompédicas ya andan moviendo el teléfono e, incluso, dejándose caer por determinados lugares apropiados para colocar su mercancía.
Así es este mundillo desde hace algo más de una década, momento en el que se acotó el tiempo permitido para fichar futbolistas y se estableció el actual orden normativo.
El Real Zaragoza, como habréis podido leer hoy en la edición impresa de HERALDO DE ARAGÓN, ya ha comenzado a ser 'tocado' por sus habituales agentes de compra-venta de jugadores.
La figura del central argentino Cabral (campeón del mundo juvenil hace dos veranos con el equipo que capitaneaban Messi y Gago), actualmente en el Racing de Avellaneda y propiedad de un peculiar y sorprendente grupo de empresarios, es el primer nombre que ha salido a la palestra. Hay y habrá más. Con total seguridad. Otra cosa es que el Zaragoza halle una ganga que le incite a fichar. Ya sabéis que Pardeza ha dicho claramente que la intención del club es la de seguir con la actual plantilla hasta junio. Nada de refuerzos invernales, que tan poco le gustan al director deportivo zaragocista. Pero eso mismo dijo el año pasado y, a instancias de Víctor Fernández, acabó trayendo al recordado (por incomprensible) Gustavo Nery. Y es que, poco o mucho, el Zaragoza siempre ha acabado picando algo en diciembre-enero. Unas veces por máxima necesidad (repescas de Esnáider y Milosevic, o contrataciones desesperadas de tipos como Konrad, Soler, Gilmar...), otras por puro capricho o esnobismo (Cafú, Mondragón, el citado Nery...).
¿Qué pasará esta vez? ¿Dependerá de cómo llegue el ambiente alrededor del equipo de aquí a Nochebuena? ¿El aluvión de bajas que ha azotado al equipo en este arranque de año hará que Víctor sea pesado con los jefes del área deportiva y consiga de nuevo un regalo navideño? ¿Agapito logrará, de no se sabe bien dónde, algo de liquidez para apuntalar la plantilla con algún elemento de los que se quedó en el tintero en verano?
Ofertas no van a faltar en el despacho de Pardeza. Ahora, no es muy necesario salir a pescar como en los tiempos lejanos de Avelino Chaves o Enrique Orizaola. Esperando sentado, también te vienen los peces. Gustavo Mascardi, el afamado agente argentino, sin ir más lejos, se pasó el domingo pasado por el palco del Ruiz de Lopera y vio in situ el partido Betis-Zaragoza junto a los dirigentes blanquillos.
Esto funciona así y, aunque la intención sea una a fecha 19 de noviembre, nadie es capaz de asegurar nada concreto sobre lo que puede pasar de aquí a la noche del 31 de enero, cuando se vuelva a cerrar el plazo de fichajes de invierno. Por eso, no os extrañéis del nuevo rebrote de nombres y nombres que empieza ya a asomar en el horizonte como posibles fichajes de los equipos españoles en las próximas semanas. Os aseguro que no es nada artificial ni buscado. Surge por naturaleza, porque el mundo del fútbol moderno tiene ahora esta estructura montada.
Y el Zaragoza, evidentemente, no va a quedarse al margen de las tentaciones. Como cada invierno, además, el mercado suramericano (ese que por aquí es el predilecto últimamente) se lleva la palma en cuanto a movimientos de género. En Argentina, sobre todo, la coincidencia del fin de año natural con la terminación del Torneo Apertura, provoca la salida de numerosos jugadores rumbo a Europa, bien cedidos, o bien traspasados.
Así pues, amigos, sabed que se ha abierto la veda de fichajes. ¿Cazaremos alguna pieza?

17 de noviembre de 2007

Coordenadas de situación.

A raíz de alguno de los comentarios que habéis ido haciendo en el anterior blog "Bla, bla, bla, bla..." he considerado oportuno reseñar algunas de las cuestiones importantes (y preocupantes) relativas a determinadas reacciones que estoy observando (y seguro que muchos de vosotros también) en los últimos días, en las últimas semanas alrededor del Real Zaragoza.

Leo uno de esos comentarios que dice: "Anónimo dijo... Vamos buitre, vamossssssss.¡¡¡¡¡¡¡¡¡A por élllllll!!!!!!!!!!!Tengo unas ganas (y supongo que, como yo, MILES) de que esto cambie para ver a qué isla se exilia el Paquito G.Ya veremos quién ríe el último, majete. Ya veremos".

Ante esto, en un soporte como este, te encuentras ante el inconveniente de no saber a quién tienes que dirigirte realmente si quieres hacer alguna aclaración. Es complicado hablar hacia un anónimo, aunque seguramente, en una parte de tu imaginación, seas capaz hasta de ponerle una cara o un talante. Superado ese gaje, llegamos a la miga del asunto que os quiero contar, para que otros que no tienen el cerebro tan retorcido y son capaces de ver la realidad con un tamiz más cabal, podáis situar las coordenadas del momento con mayor exactitud.

COORDENADA NORTE: Como punto de partida, considero un error gravísimo llevar el asunto del fútbol a un estadio guerrillero. Mala cosa. Este no es un ámbito que deba concluir en bandos, en confrontaciones belicosas. Sin embargo, en elementos como este atento anónimo, ese enfoque (imbuido desde hace días desde algunas pedanías del club) ha calado. Es decir, partimos el zaragocismo entre buenos y malos, entre pros y contras, entre conniventes y críticos. Y establecemos un conflicto para ver quién sale ganador al final. Desde dentro se busca el mensaje único y, el que se salga del guión, hay que señalarlo, desprestigiarlo y, finalmente, lapidarlo. Es aquello que os explicaba un día del Kremlim y todo eso. Y desde las pedanías, se adoptan discursos como es de este individuo anónimo: "Buitre, tengo unas ganas de que cambie todo para....". ¿Para qué?. "Para ver a qué isla se exilia Paquito G.".
¿Exilio? ¿Isla?. ¿Alguién tendrá que exiliarse algún día?. ¿Sabemos lo que decimos o realmente lo hacemos desde la ignorancia y la falta de rigor?
Mirad. Aquí nadie se exiliará. Ni ningún Kremlim podrá establecer el discurso único. Ni habrá una guerra civil zaragocista con vencedores y vencidos. Simplemente porque, si alguien está intentando llevar el momento actual del Zaragoza a esos terrenos, no va a conseguir pelear a esos niveles.
Aquí, cada uno debe cumplir escrupulosamente con su papel y hay gente que no lo está haciendo. (¿os acordáis de aquello del cambio de roles, que siempre acaba mal?). Accionista, Presidente, Director Deportivo, Secretario Técnico, Entrenador, Jugadores, Forofos, Periodistas, Agentes de Futbolistas... Todo eso lo escribí para que supieséis por dónde vienen los tiros de muchas cosas que están pasando.
Y, en lo que me toca, os aseguro que el rol que me corresponde -en lo particular y también dentro del medio en el que trabajo, HERALDO DE ARAGÓN- se cumple con cristalina profesionalidad. La prensa tiene el deber de informar, opinar y entretener. Todo con honestidad, con rigor, con datos, sin prejuicios ni sometimientos. Y en eso estamos. Quizá, si alguien no considera que esto sea así, dependa directamente de sus coordenadas, del lugar donde él esté ubicado. Pero no del mío o del nuestro.
COORDENADA SUR: Dice otro anónimo comunicante: "Paco Gimenez se estaba frotando las manos cuando metió gol el Pontevedra sólo de pensar en la candela que le daría al entrenador én la crónica.La objetividad total no existe pero en el caso de este señor hacia Victor es algo tendencioso, siempre tiene que ir a por él. Supongo que sus razones cainitas tendrá pero que a nadie le quepa ninguna duda que esas razones tendrán que ver con alguna cuenta pendiente que tenga con Victor.Gimenez deja de dar leña al entrenador y reparte a todos. Pq está situación tiene más culpables que uno. Y aqui parece que tenemos las escopetas cargando contra una sola cabeza y la culpa es colectiva"
Siento que se sigan llevando las cosas al idioma guerrillero, belicoso y mafioso. ¿Razones cainitas?. ¿Cuentas pendientes?. ¿Escopetas cargadas?. ¡Qué barbaridad!. Sería conveniente una revisión por parte de este ciudadano (y quienes piensen como él) de lo que es el mecanismo prensa-entrenador (o cualquier otro protagonista de ámbito público). Hacer periodismo es establecer una relación permanente de análisis, narración, evaluación y opinión sobre la actualidad de lo que sea, en este caso el fútbol y el Real Zaragoza. Y cuando los resultados no son buenos o se producen fracasos estrepitosos, el color de esa actualidad es, inevitablemente, mucho más oscuro que claro. (¿A que el año pasado todo fue distinto, querido amigo?). Y, si existe la libertad, no hay nada ni nadie intocable. Con respeto, con seridad, pero todo es abordable. Es lo que requiere la propia ciudadanía, hacia quien se dirige la labor de los medios de comunicación.
Y, para no alargar esta explicación mucho más (que ya vale), solo un dato sobre el frotamiento de las manos tras el gol del Pontevedra: Mal periodista será el que sienta regocijo por un error o un mal ocurrido en el ámbito propio para obtener un beneficio editorial o ideológico. El periodista ha de ser contador de cosas, no manipulador de las cosas.
Ah. Y si realmente alguien piensa que yo, en primera persona, puedo llegar alguna vez en mi vida a alegrarme por un gol encajado por el Real Zaragoza aunque sea en un amistoso de verano, es que no tiene ni un milímetro de conocimiento sobre mi persona. Estimado anónimo, llevo viendo partidos de mi equipo desde que tenía 6 años, en 1971. No solo en La Romareda. Tuve y tengo la suerte de tener un padre amante de este deporte que, cada año, sacaba dinero de su hucha para irnos a ver un par de partidos fuera. Desde mi casa en el pueblo, solíamos ir a ver al equipo al Camp Nou, a Sarriá, al Bernabéu, al Calderón, a San Mamés, a Atocha; más tarde, a El Sadar, a las Gaunas; partidos de Copa del Rey a Tudela, Arnedo, Calahorra, Huesca, Andorra... Así sucesivamente desde la infancia, pasando por la adolescencia hasta llegar a la juventud más forofa. Pero, desde los 23 años, manda la profesión de periodista, que exige dejar el rol de hincha colgado en el armario, junto a la bufanda blanquiazul de lana que me hizo mi madre, el gorro blanco con la bola azul y las ganas de gritar al árbitro y los rivales en muchas acciones de cada partido. ¿Tú crees que doy el perfil de ser alguien capaz de alegrarse porque un equipo de Segunda B le marque un gol y tumbe al Real Zaragoza 1-0 de manera impensada?
No os confundáis. Tened clara esta premisa matemática: Víctor Fernández NO ES IGUAL a Real Zaragoza. Agapito (o Bandrés, o Pardeza, o Herrera, o cualquier jugador actual) NO ES IGUAL a Real Zaragoza. Ellos, como los anteriores cargos y profesionales del club, han llegado, están y se marcharán. Como todos los que han pasado por ahí desde hace 75 años. Informar sobre ellos, opinar sobre su gestión o labor, es solo eso, hacerlo sobre su labor, NO SOBRE EL REAL ZARAGOZA, institución que les supera en rango, que está muy por encima de todos ellos y que, a mí (y a mi medio), realmente es la que me preocupa, tanto en su presente, como en un futuro.
Por lo tanto, la regla de tres es sencilla. Criticar a Víctor Fernández, a Agapito, a cualquier cargo eventual del club ahora mismo, NO ES criticar al Real Zaragoza como institución.
QUIZÁ SEA INTENTAR BUSCAR UN FUTURO MÁS CLARO PARA ELLA.
Y una última pregunta al aire: ¿Alguien ha visto una petición de dimisión o destitución del entrenador hasta ahora? ¿O quizá al entrenador es, en estos momentos de desorientación y falta de gobierno, al que realmente le interesa ponerse el disfraz de víctima y usar el famoso cuento de la lástima para ganar adeptos a base de demagogia apoyada por sus pedanías?
A ver si es capaz de reconducir la situación rápidamete y se aplaca la enorme y creciente sensación de fracaso que empieza a cundir en muchos foros, incluidos los propios despachos nobles del club. Así, el técnico será capaz de llegar a sus 4 años de proyecto sin lugar a dudas. Y, de paso, será señal de que los objetivos se van cumpliendo.
De lo contrario, claro, habrá que contar otras cosas. Pero cuando sucedan. Nunca antes. Yo cuento cosas, no las vaticino. Y la prensa no debe quitar ni poner entrenadores. Ni siquiera sujetarlos en el puesto. Eso es cosa de directivos. Que cada uno eche un ojo a su propia casa.

15 de noviembre de 2007

Bla, bla, bla, bla...

Vuelta de Pontevedra. Más de lo mismo. Viajecito en avión de lo más curioso y entretenido. Trasnochada de órdago. Y, a las 2.30 pasadas, por fin, a la cama. Tras descansar deprisa, hoy vuelta a la rutina, aunque con un aire más calmado. Ya nada sorprende. La tendencia está tan asumida por la mayoría de los zaragocistas que, lo que hace dos meses era extraño y sonaba a raro, ahora ya se soporta sin muecas de estupor.

Lo curioso es que, mientras en el club hay una honda preocupación por el discurrir deportivo del equipo, hay personajes con rango de responsabilidad en el vestuario que siguen yendo a su bola y justifican con solemnidad hasta el asalto al tren de Glasgow. Va a ser que aquí no pasa nada y se trata de visiones y psicofonías que varios miles de locos apreciamos en el discurrir del Real Zaragoza esta temporada.

Va resultar, según se desprende del bla, bla, bla del protagonista, debidamente jaleado por sus palmeras pedanías, que todo marcha correctamente, con algunos pequeños tropiecillos sin importancia, pero que existe una pseudocampaña de desprestigio (¿?) que trata con desmedida y exageración cada acontecimiento relativo al equipo aragonés. Hace falta ser ególatra para situarse (y dejar que tus coros de 'du du ah' te sitúen) como el centro de un ataque furibundo sin ningún sentido. Pobre víctima inocente. Pobre lumbrera incomprendida, que casi todo lo hace bien sin obtener el reconocimiento debido por parte de algún sector maligno del espectro periodístico.

Mientras en el club, el máximo accionista lleva 4 viajes sin aparecer; el presidente ejecutivo sufre en silencio (éste sí, con inteligencia, que le sobra) los bochornos y golpetazos varios que ya empiezan a ser manada en los tres meses que llevamos de competición; y los responsables deportivos, Pardeza y Herrera, se muerden los puños ante el giro cada vez más rápido de la espiral negativa que, de no mediar un milagro, les va a obligar a actuar dentro de poco en territorios movedizos sin que esto estuviera previsto.... hay gente que va de campeón. Sobrado, sin sentido del ridículo, desafiando al destino por encima del bien y del mal. Preparando (o participando en verbenas preparadas) un terreno postizo y descarado que no se sujeta ni con millones de pilotes de hormigón inyectado.
Este pasaje, como todos los anteriores, vuelve a sonarme. Ya pasó otra vez, hace unos años. Ahora, tras el 1-0 de Pontevedra, toca sonreir postizamente, evadir responsabilidades, y usar los resortes pedáneos para enmascarar y minimizar el fracaso del trabajo propio. Toca hacerse la víctima y acusar al crítico de inquisidor. Para ello, los esbirros lanzarán en boca ajena las acusaciones de los ácidos, porque en primera persona son incapaces de esgrimirlas. Primero, por pura cobardía. Segundo, por interés. Tercero, porque forma parte del guión. Es el bla, bla, bla.
Creo que Agapito, Bandrés, Pardeza, Herrera... y lo que no se ve, pero se intuye, no están mucho por el bla, bla, bla a estas alturas de año.
Más vale que ante el Getafe se vuelva a reconducir el vuelo de este avión que cada vez va más rasante. Más vale que en la vuelta copera ante el Pontevedra se remonte y no se caiga a la primera con un equipo de Segunda B.
Ahora bien, después de observar con atención la reacción de unos y otros en las últimas horas tras lo ocurrido anoche en Pasarón, no os extrañe que si se volviera a caer estrepitosamente en estos próximos duelos clave de la temporada, el personaje volviera a culpar al empedrado, al maestro armero, al mercado común y a los alimentos transgénicos. Y, para ello, sus pedanías montarían otra feria a base de rumbas, palmeos y bananas, muchas bananas para matar el hambre. Todo, folklore y viandas, producto nacional. Autóctono. Al contrario que los gustos que predominan a la hora de fichar jugadores.

12 de noviembre de 2007

La connivencia siempre acaba siendo perjudicial

Llevamos tres meses duros, difíciles, feos, complicados de digerir, llenos de tropezones deportivos e institucionales. El Real Zaragoza está desarrollando una temporada acorde con sus cimientos. Es volver a repetir una vez lo ya dicho, pero sigue vigente y, para quienes desean obviarlo, es quizá necesario refrescarlo de vez en cuando. Desde julio, allá en Boltaña, mucha de su actualidad, buena parte de su día a día, ha estado marcada por un halo mentiroso. Se completó la fase de preparación (la más corta de la historia moderna, menos de 40 días) sin 6 titulares (la Copa América y las lesiones fueron la causa), sin un par de fichajes que no existieron hasta más tarde, con media docena de chicos del filial que se sabía que no iban a contar para nada y con cuatro o cinco hombres más que, o bien se iban a marchar (Longás, Movilla), o bien estaban defenestrados en vida (Celades, Miguel, Óscar).
Tras esta fase de encofrado en falso, llegaron los partidos de verdad. Y no hubo variación de comportamientos. El corte del juego y los marcadores no separaban los fiascos del Trofeo Colombino (Parma y Recre), el Carranza (Cádiz y Betis), el amistoso de Palermo (4-2) y los primeros partidos de Liga (Murcia, 2-1 y Racing, 1-1). Se habló de que, tras el primer parón por la selección (mitad de septiembre), comenzaba realmente la temporada zaragocista. Tampoco fue así. El K.O. en la UEFA encarnó el fracaso mayor del año, sin duda. Debidamente aderezado por la catástrofe del Camp Nou, que por fortuna, quedó cifrada en daños menores de los que se merecieron. A partir de ahí, ya se sabe, vino lo más reciente. El 4-0 del Calderón, los líos del vestuario, las peleas públicas, la debilidad de Víctor Fernández en las reuniones internas de gran calado motivadas por el agrietamiento de la caseta, el 2-3 del Valladolid.... y el 2-1 de ayer en el campo del Betis.
Esto es, a muy grandes rasgos, el trazado del rally que está siendo el año para este desconcertante y desconcertado Zaragoza.
Ante este tipo de acontecimientos, la actitud del público está siendo tremendamente calmada. En otros tiempos, hubiera ardido Troya. Pero la afición estaba demasiado ilusionada ante la llegada de nuevos tiempos y de nuevas caras dirigentes como para arremeter de lleno contra el poder. Eso siempre tardó en madurar. Los nuevos jefes, las nuevas caras del club, todavía estaban vírgenes, sin el desgaste necesario como para ser objeto de críticas brutales, como les pasó a los anteriores, y a los anteriores, y a los anteriores.... Ahora, eso está cambiando.
Por otra parte, los alrededores del club y del equipo, se han encontrado con un curioso escudo connivente, tan mentiroso como interesado, que siempre ha intentado buscar excusas, atenuantes, desvios en las culpabilidades, justificaciones fantasmagóricas, para cualquier hecho que pudiera poner en el punto de mira de las informaciones, opiniones o críticas a determinados responsables del club y del equipo. Ante cualquier fiasco, la culpa siempre era del empedrado, de la lluvia, de las bajas o del maestro armero. Nunca del entrenador, nunca del área técnica, nunca del accionista mayoritario, nunca de determinados jugadores "amigos".
Con esta actitud de connivencia, operada a favor de obra por el enorme grado de ilusión existente entre la masa zaragocista, lo que han conseguido realmente es provocar el 90% de las cosas que han sucedido. Se ha patrocinado la separación de los grupos (amigos y enemigos), las chispas de alguna de las peleas, los celos, los favoritismos, las sanciones increibles de determinados jugadores, el descontrol del grupo, la partición en dos del entramado interno del club, y la acritud en buena parte de la grada que observa cómo se habla, se escribe y se actúa con una inclinación y un descaro que raya con la vergüenza profesional.
Al final, como decimos los aragoneses de la Ribera, el agua siempre va al hondo. Por más que se la intente parar a base de entibos, tajaderas y caballones (palabras solo comprensibles por aragoneses, propias de lo más arraigado del pueblo, de esta tierra). Es pura ley física: el agua, al hondo. Y el criterio informativo, el prisma de los análisis honrados de una realidad concreta, queda calificado por sí mismo con el devenir de los acontecimientos. No hace falta que ningún forofo de ninguna causa se encargue de cargarlo de epítetos con antelación para contaminar el ambiente. La gente no es tonta. En pleno siglo XXI, el nivel cultural de la mayoría no admite manipulaciones (o intentos, que de la intención a la consumación va un mundo que algunos nunca manejarán).
El problema de esta temporada no se reduce a la penosa eliminación en la UEFA ante el Aris y a las catástrofes de Barcelona y Madrid. No. Por más que se quiera minimizar lo negativo, no es así. Además de eso, hay que ir sumando las pifias injustificables frente al Murcia, Racing, Valladolid o Betis. Achaquen la negatividad de lo que va de Liga a los puntos (incluyan también el empate acomodado ante el débil Athletic en Bilbao) que este Zaragoza amorfo se ha dejado ante los equipos que van a poblar la parte media-baja del campeonato (hasta 13 puntos han volado ya de este pelaje).
Y no va a ser cuestión de seguir rememorando los errores internos que, con la connivencia que se viene pidiendo y aplicando dentro y fuera de la entidad en determinados elementos muy señalados, se querían ir tapando hasta ver si el día a día del equipo reconducía su camino y llegaban mejores resultados (pareció hace unas semanas que iba a ser así, pero lamentablemente para todos, la opción de salir del atolladero se ha truncado, claro)
Con el paso de las semanas, esto no está pasando y, esa connivencia, está resultado letal. Siempre pasa lo mismo en la vida cuando no se toman medidas correctoras a tiempo.
Ah, una última precisión. Contar las cosas que pasan y denunciar aspectos negativos de la gestión deportiva o no del Real Zaragoza, nunca fue antizaragocismo. Eso se llama periodismo. Hay que contarlo todo, lo bueno y lo malo. Lo que gusta y lo que fastidia. Todo. Con luz y taquígrafos. Al respecto, quizá un día abra el baúl de los recuerdos y os pinte alguna acuarela retrospectiva de más de algún personaje digno de ser retratado. Como decía Compay Segundo en uno de sus sones, "¡cómo cambian los tiempos, Venancio, qué te parece... Qué te parece, Venancio, cómo cambian los tiempos"!

11 de noviembre de 2007

Víctor se decide a última hora por D'Alessandro y Chus Herrero

No juega Oliveira. Se venía anunciando y ha sucedido. Pero su presunto sustituto, Pablo Aimar, también se ha caído a última hora. No vuelve al equipo el Payaso. El que lo hace, sorprendentemente, es el Cabezón D'Alessandro. Arriesgada, valiente, impensada decisión la de Víctor Fernández que, seguramente, va a dar que hablar (especialmente si no le sale bien). Así es el mundo del fútbol.
Y atrás, también ha habido muchos devaneos de cabeza por parte del técnico. ¿A quién meter junto a Ayala en el eje de la zaga? ¿Chus Herrero o Goni? Ha estado a punto de entrar, como en Almería, el chaval del filial. Pero, al final, será Chus, el hombre de la primera plantilla. También un punto que ha quitado horas de pensamiento a Víctor durante los últimos días. Es un tema menor, si lo comparamos con el asunto de Oliveira-Aimar-D'Alessandro, pero también importante para calibrar el talante del entrenador ante los problemas que se le van a generar con el paulatino reingreso en el once inicial de las estrellas apartadas o desplazados del once básico.
Hoy, de momento, hay un hecho noticioso que no admite opiniones. Es pura información. El máximo goleador de la plantilla y la figura estelar del equipo, están en el banquillo por motivos técnicos.

8 de noviembre de 2007

Aimar y Oliveira

Pablo Aimar. Ricardo Oliveira. Dos estrellas en el vestuario del Real Zaragoza.
El argentino, el fichaje mediático que encarna para el resto de la historia zaragocista el comienzo del mandato de Agapito Iglesias como máximo accionista de la entidad. Aimar siempre irá ligado a esta nueva era del club, surgida tras la venta de Alfonso Soláns Soláns en mayo de 2006.
El brasileño, la contratación de un primer espada mundial que llega, en el segundo año del proyecto, para agrandar el poder ofensivo del equipo junto a un consumado goleador como Diego Milito. Es la búsqueda de una cesión, con opción de compra, que permita seguir creciendo al Zaragoza en cuanto a peso específico dentro del panorama nacional y europeo.
Ambos, cada uno a su manera, están dentro de la espiral de circunstancias anómalas que están surgiendo como champiñones en este inicio de temporada en el cuadro blanquillo.
Aimar lo está por su pelea con D'Alessandro y por ser acusado implícitamente por buena parte del vestuario de ser el niño mimado del entrenador, a quien se señala por haber llegado incluso a preparar un dibujo táctico concreto (el rombo) para que Aimar jugase a gusto en el sitio que le gusta más, de media punta por detrás de los delanteros, aunque el resto del equipo se resintiera (lo que derivó en que el rombo no se sostuviera y debiera ser abolido como método útil para el técnico).
Oliveira lo está por la bronca que recibió de Milito tras pecar de egoista en una jugada el día del Valladolid y que desencadenó un río de acusaciones (ya masculladas en voz más atenuada en semanas anteriores) sobre su forma de jugar que le tachan de ser un hombre insolidario e incluso perjudicial para el juego del colectivo a pesar de ser el máximo goleador del equipo ahora mismo.
Aimar, con rol de titular indiscutible en el actual Zaragoza, lleva tres partidos fuera del once inicial y ha llegado a estar incluso sin ser convocado (Almería). Oliveira ha jugado en todos los partidos, aunque no siempre de titular, y siendo sustituido en la mayoría de las ocasiones en las que ha partido desde el inicio en el equipo.
En condiciones normales, si todo hubiera transcurrido bajo los mejores auspicios del programa del Real Zaragoza preparado para este segundo año, ambos deberían ser estandartes de un equipazo, al mismo ras que Ayala, Matuzalem, Diego Milito, D'Alessandro y el portero César. Gente toda de peso, de personalidad, de alto rango, de alto coste, de techos salariales en el renovadísimo plantel de este año (9 caras nuevas).
Llegamos a la jornada 12 y Aimar y Oliveira parecen apuntar a ser noticia importante en el campo del Betis. Aimar, porque puede volver a la titularidad después de su paso atrás (dado con una sonora rueda de prensa en la que reconoció abiertamente su mal estado de forma, en una actitud sorprendente que descolocó a más de uno y de dos). Y Oliveira, porque podría ser el que le dejase paso en el once titular y, por lo tanto, se fuera al banquillo, curiosamente, de manera inmediata a la polémica suscitada por su affaire con Milito (del que el brasileño sí que dio explicaciones y pareceres, pero del que el argentino no ha querido decir ni palabra en toda la semana).
Víctor tiene una legitimación clara para devolver a Aimar al equipo: la derrota ante el Valladolid, que rompió la buena racha iniciada desde el abismo cuando, ante el Villarreal, optó por una alineación revolucionaria en circunstancias ya muy precarias y apostó por los reivindicados (dentro y fuera del vestuario) Sergio García y Óscar. En las victorias y el juego muy apreciable, nada se podía tocar. La obligación moral de cualquier entrenador era la de seguir apostando por los mismos. Y así lo hizo Víctor con total coherencia. Pero el K.O. ante el Valladolid, doloroso e inesperado, con un bajonazo en el nivel del juego y de la eficacia, le abre las puertas a Fernández para devolver al once inicial a Aimar. Es lógico. Es normal. Es comprensible.
Aimar no es carne de banquillo. Aimar tiene que jugar. Ha de jugar. A Aimar hay que recuperarlo como sea. Y su estancia fuera de juego no puede prolongarse demasiado para evitar daños colaterales. Por eso, es muy razonable que, si Aimar ya ha mejorado algo su condición física y si este parón le ha servido para recolocar sus ideas (y las de sus alrededores) convenientemente, el argentino sea impulsado por Víctor de nuevo al equipo base.
Lo complicado es ahora hacerle hueco. Decidir quién se queda fuera. Y puede ser Oliveira el sacrificado. También Víctor se puede encontrar con un dato que favorezca su legítima decisión: Oliveira tiene un levísimo esguince de tobillo. Algo que, en condiciones normales, jamás le impediría jugar, pero que igual, ahora, es suficiente para mover ficha e ir reconduciendo la situación hacia el Zaragoza soñado por los responsables deportivo-técnicos del club en verano: Aimar, titular.
Vamos a esperar 72 horas para saber cuál es la desembocadura de esta semana. Cada paso, cada gesto, cada movimiento interior en el Zaragoza, ha de hacerse con sumo cuidado. Es como andar por un almacén de material pirotécnico. Máximo cuidado. Y tacto, mucho tacto.
Todo, con un deseo. Que poco a poco todo se haga razonablemente. Y así, dentro de unas cuantas semanas, el equipo esté como ahora, peleando por los puestos nobles, y, a ser posible, con todos los jugadores integrados al cien por cien en la pelea lícita por un puesto en el equipo. Las estrellas (que para eso lo son y lo cobran) y los secundarios (que no pueden perder su puesto gratis).
Llegan horas muy entretenidas, semanas muy interesantes (llega la Copa) para ver cómo se maneja el género. Si los resultados acompañan (principal premisa), todo va a resultar más fácil y lubrificado. Hágase.

6 de noviembre de 2007

Comienza un periodo de reorientación en el Real Zaragoza

Esta semana no es una semana cualquiera en la trayectoria curvilínea del Real Zaragoza en este arranque de temporada. La preparación del partido contra el Betis (domingo a las 17.oo) debe y va a significar la asunción por parte de todos los sectores del zaragocismo de la situación real en la que se encuentra el equipo. Y, a partir de ahí, de la puesta en marcha de conceptos ideológicos y materiales para intentar reconducir el errático camino seguido en estos tres primeros meses de curso deportivo. Quien no quiera hacer este ejercicio de autocrítica y autocorrección, probablemente siga un camino confundido. En el club, en el vestuario, mucha gente lo tiene muy claro.
Del proyecto exageradamente ilusionante del verano, apenas quedan las ganas -y nada más-. Las pifias (especialmente el adiós a la UEFA y los catastróficos partidos de Barcelona y Atlético), las dudas tácticas y los problemas internos externalizados con luz y taquígrafos sin remedio alguno, han llevado una sensación decepcionante a la mayor parte del zaragocismo que es difícil negar. Dicho lo cual, lo mejor es reconocerlo, asumirlo y, sobre todo, poner remedios para limar diferencias y poder llegar a mayo en las mejores condiciones ambientales posibles.
Como la renta de puntos en la tabla liguera y la situación del propio campeonato tiene ubicado al Zaragoza en el puesto 7º con unos aceptables 17 puntos, va a ser cuestión de aferrarse a ese dato, que supera con mucho el ánimo esparcido entre la masa zaragocista, para pensar que, con 28 jornadas por delante, es posible todavía agarrarse al tren de la Liga a pesar del sofocón que, de nuevo, supuso el fiasco ante el Valladolid el pasado domingo en La Romareda.
Como no hay razones deportivas de peso (salvo la UEFA) que hayan incitado a una solución traumática en ningún momento extremo (se salvó el referéndum del Villarreal con el mejor partido del año), va a ser cuestión esta semana de rearmarse de valor e intentar buscar nuevos resortes que eleven la moral de la tropa (la de dentro y la de fuera de la caseta)-
Como la semana fantástica se vino al traste el domingo con el bofetón que nos dio el Valladolid, evitando que el Zaragoza sumase 9 puntos en tan solo 7 días con tres triunfos consecutivos, tampoco se da el caldo de cultivo necesario para que los legionarios de las pedanías reventasen los botones de las camisas. Lo de sacar pecho ha quedado sin ningún valor, no hay razón objetiva tampoco para que nadie se venga arriba aprovechando el viento de cola en un momento puntual. No caben manipulaciones salvo que se sea un descarado.
Ha quedado claro (por si alguien todavía no lo tenía, que ya son muy pocos) que este Zaragoza es menor de lo que se vendió en verano por sus hacedores, que el rendimiento no está respondiendo a las expectativas creadas, que la plantilla (lesiones y bajas formas aparte) no ha alcanzado el ras que se buscó en su componenda estival y que ha habido más acciones que han restado dentro del vestuario que las que han sumado.
Ante esto, aprovechando la remisión del temporal de hace diez días gracias a los dos triunfos seguidos ante Villarreal y Almería, es hora de recapitular, de recapacitar y de asumir lo que hay.
Uno admite que se ha equivocado, el otro debe hacer lo mismo. Uno ha venido rectificando sus malos planteamientos iniciales, otro le debe secundar. Y así sucesivamente hasta que, cuanto antes mejor, todos sepamos dónde jugamos, con qué jugamos y a qué aspiramos realmente.
En la Liga hay mucha vida por delante. Llega la Copa, un buen sustitutivo y paliativo del engaño europeo de la temporada. Basta ya de orgullos mal concebidos, de soberbias mal administradas, de jefecillos sin carisma, de reinos ingobernables... estamos en noviembre y, bien reconducida, la situación aún tiene remedio si se saben asumir los pecados, empezando siempre desde arriba y descendiendo verticamente hasta abajo.
En el campo del Betis, tras este propósito de enmienda, deberíamos ver alguna señal.

4 de noviembre de 2007

Zapater, lateral izquierdo porque Paredes se cae de la alineación.

Sorpresa de última hora en la alineación del Real Zaragoza frente al Valladolid. No juega Javier Paredes (supuestamente por unas molestias físicas manifestadas a lo largo de la mañana de hoy domingo) y Víctor adapta a Zapater al lateral zurdo de la defensa para parchear el once inicial. Así, junto a Luccin en el medio centro, entra en el equipo Gabi.
O sea, que el equipo está formado por César Sánchez en la portería (también está levemente contracturado); Diogo, Ayala, Chus Herrero y Zapater en la defensa; Luccin y Gabi en el doble pivote central; Sergio García y Óscar en las bandas; y Oliveira y Diego Milito en punta.
En el banquillo, junto al míster Fernández, se sientan López Vallejo, el desbancado Paredes, Goni, Valero, Grande, D'Alessandro y Aimar.
Enfrente, el Valladolid acaba de confirmar la misma alineación de los dos últimos partidos: Alberto en la puerta; Pedro López, García Calvo, Rafa y Marcos en la zaga; Álvaro Rubio y Vivar Dorado en el timón; Sesma y Sisi en las bandas; Kome de enganche; y Joseba Llorente en punta.
Como se ve, prosigue la epidemia de lesiones e incidencias imprevistas en el equipo zaragocista.

2 de noviembre de 2007

El equipo feliz, con las caras largas, al que se le notan los pegados

Seis puntos en tres días, con la posibilidad de que sean nueve puntos en siete días, han amortiguado primero, y frenado después, el alboroto y desconcierto al que llegó el Real Zaragoza la semana pasada después de un convulso inicio de campaña. El triunfo ante el Villarreal el domingo pasado, en una tarde de referéndum en La Romareda, y la victoria del miércoles en Almería (la primera en nueve meses fuera de casa), han evitado la progresión de la crisis interna.
Por fortuna para el equipo y sus responsables, el jaleo era (y sigue latente) muy superior al que los números dicen en la tabla clasificatoria. El tiberio que vivimos, una vez se externalizó de la caseta hacia la luz pública, estaba un tanto al margen del volumen de puntos que el equipo acumulaba en la Liga. Una cosa eran los réditos deportivos y otra, más seria y profunda, las diferencias en el grupo humano y laboral. Por eso, símplemente con dos triunfos, símplemente por el hecho de haber logrado, por fin, ganar un partido fuera de casa, el equipo se asoma a las proximidades de la zona noble de la tabla. Son las consecuencias directas de su valor en la Liga: un equipo que en casa tiene una notable solvencia y, con ello, le basta para flotar en la zona media-alta, a expensas úniacamente de cuál sea el aporte que logre de los partidos a domicilio. Pero lo otro sigue ahí. No está directamente conectado. Lo mismo del año pasado, vamos.
Pero el Zaragoza no da la imagen, en el día a día, de ser un equipo contento. Evidentemente, dos buenos resultados calman nervios y endulzan caras. Los músculos faciales se destensan. Pero los rostros son demasiado largos en la Ciudad Deportiva, en los aeropuertos, en los hoteles, en cualquier lugar común. Lo que ha pasado no es gratis. Lo que ha ocurrido desde septiembre no se lo ha inventado nadie. Lo que se ha vivido y se está viviendo no es una fábula.
La eliminación europea revolotea incesamente por las cabezas de muchos cargos altos del club y el vestuario. El desbarajuste de la pretemporada, la tardanza en cuajar el equipo, los duros partidos de Barcelona y Madrid, la decepcionante actuación en Murcia, el pinchazo ante el Racing, el lío del sistema táctico y sus debates internos entre jugadores y técnicos... eso ha ocurrido, ha generado roces serios y ahí sigue cicatrizando. Mal que bien, ahí está la costra todavía fresca, sin caerse y generando dolor cuando se le aprieta.
El cisma generado alrededor de la figura de Aimar dentro de la caseta no forma parte de la obra de Espronceda ni tampoco de la de Samaniego. Y en cuatro días no se borra ni se elimina. La historia se cuenta, no se maneja ni se soslaya. Los conflictos que todos vimos con nuestros ojos entre D'Alessandro y el citado Aimar y entre D'Alessandro y el técnico Víctor Fernández, no son un montaje de las televisiones o de los fotógrafos de prensa. No se hicieron con PhotoShop. No.
Como tampoco son artificiales las vallas que, ahora mismo, aquí en la Ciudad Deportiva, me impiden moverme con la libertad con la que lo he venido haciendo como periodista profesional desde hace casi 20 años. Las estoy viendo, las puedo tocar. Son de verdad.
Como ocurría antes de estos dos excelentes triunfos ante Villarreal y Almería, la cosa está tensa. Y, como decía y mantenía entonces (hace únicamente una semana), solo los resultados pueden limar estas inevitables asperezas. Solo la clasificación es decisiva para que el devenir de un equipo, un vestuario o un entrenador o un proyecto puedan estar a merced de los vientos. Lo demás es accesorio. La palabra la tienen siempre, aquí o en Lima, los resultados y, para ello, los futbolistas, que son los que juegan y salen al campo para dar forma a los marcadores finales. Nada ni nadie más.
El zaragocismo vive días, gracías a Dios, de felicidad deportiva por estos 6 puntos caídos del cielo cuando más los necesitaba, sobre todo, el desconcertado aficionado. Así de voluble es el vertiginoso mundo del fútbol en su actualidad cotidiana. Y pueden ser 9 el domingo cuando acabe el partido ante el Valladolid. Pero el equipo sigue con las caras largas y se le notan los pegados. Esos que se hicieron la semana pasada con cola de carpintero.
Lo ocurrido, ocurrido está. Algunos lo hemos contado con un grado notable de detalles. Y ahí sigue, no solo en el presente (ver los gestos de algunos es definitorio), sino también en el pasado. En la historia no hay leyes de punto final. No se puede trepanar el cerebro de la humanidad para borrar a todo el mundo, a la carta, hechos determinados que alguno quiera obviar por los siglos de los siglos. Eso es imposible. Y el pretérito reciente, con sus protagonistas, sus acciones y sus hechos, está vivo. En imágenes, voces, letra impresa y vivencias 'off the récord'.
Vamos a ver cómo se administra en el futuro inmediato. Algo así debe pensar gente como Aimar, D'Alessandro, Juanfran y varios protagonistas más (que no han quedado tan señalados por la actualidad como estos tres citados). Víctor, Agapito, Pardeza, Herrera y demás lo saben y lo temen. Ahora, por fortuna para todos, el equipo ha sido capaz de encontrar la senda del triunfo y ha aplacado un terremoto que se antojaba letal. Pero de ahí, a que se intente por algunos flancos del club y sus pedanías vender la idea de que todo esto se ha terminado y que vuelve la narración en voz alta de 'Alicia en el país de las maravillas', va un abismo.
El equipo es feliz por sus 6 puntos seguidos (ojalá sean 9 el domingo), pero siguen las caras largas y se le notan los pegados. Solo los resultados irán marcando la tendencia de las cosas. Que nadie se olvide.