29 de enero de 2008

Tres meses y medio de examen para la plantilla

Dice el club que no va a haber fichajes de invierno. El plazo se acaba en horas (el jueves, día 31, a las 12 de la noche) y, de no aparecer milagrosamente un futbolista que no existe, la plantilla tirará hasta el 18 de mayo con lo que hay.
Al final, los únicos fichajes de invierno serán Garitano (como las mariposas nocturnas de verano, de corta vitalidad), Irureta y, por supuesto, Javier Porquera (está, pero no se le ve; se le anunció por fuerza cuando fue descubierto, pero no ha sido presentado en sociedad). Es decir, dos entrenadores (de los que ya solo queda uno) y un director corporativo (nebuloso cargo, vive Dios).
El club, con un criterio legítimo, considera desde las alturas que no hace falta que venga nadie a reforzar el plantel. Da igual que se vaya D'Alessandro; que Cuartero no cuente por su lesión; que Aimar se vaya a perder casi todo lo que resta (si no es todo) de Liga; que Matuzalem y Generelo lleven cuatro meses convalecientes de sendas operaciones serias y graves y todavía no hayan reaparecido desde septiembre; que 3 de los 23 componentes de esta corta plantilla sean porteros... Los responsables deportivos y ejecutivos del Zaragoza, insisto, con un criterio legítimo y respetabilísimo, han concluido que esta plantilla está capacitada para llevar al equipo a la zona noble en los 17 partidos que restan al campeonato.
Diego Milito hecho un crack al frente del Pichichi; Oliveira goleando sin parar; García en plena forma (Irureta tendrá que darse cuenta de su error en Santander); Ayala en un nivel muy aceptable en líneas generales; César con solvencia en la portería la mayor parte de las tardes; Zapater con una implicación soberbia... Creen en el club que si Irureta logra reconducir al resto y mete en vereda al vestuario después del tiberio que se ha venido montando en los últimos meses de Víctor, no hace falta traer a nadie de fuera. Si el veterano técnico extrae de nuevo la mejor sustancia de Diogo, Sergio Fernández, Juanfran, Luccin, Óscar y demás elementos despistados (en mayor o menor medida) de la plantilla por unas causas u otras referentes todas a la anterior y fenecida etapa en el timón del vestuario, los directivos del Zaragoza están convencidos de que la solución vendrá sola.
El tiempo dará o quitará razones. Pero, lo que es inequívoco con este mensaje, es que a partir de ahora, la responsabilidad en el campo la tienen en sus espaldas los futbolistas. A ellos se les está señalando desde arriba, a modo de escudo protector de los máximos dirigentes, una vez que han recibido las primeras baterías de críticas duras o muy duras por determinados foros de opinión, explícitos e implícitos. "Aquí habrá para todos" vienen a decir los altos ejecutivos con su mensaje optimista que carga de vinculación al trabajo que los jugadores desarrollen cada domingo sobre el campo y a los resultados que obtengan.
Hay más razones para no fichar. No hay dinero, el agujero económico en de gran calibre. La operación acordeón que se pone en marcha el viernes es un elemento que sugiere cautelas públicas. El mercado es restringido y exige esfuerzos duros en lo financiero que podrían hipotecar el futuro de cara al tercer año del proyecto (que aún no tiene cara). Y, sobre todo, no se quiere meter al hurón en la conejera. Traer uno o dos elementos nuevos a este vestuario podría ser contraproducente para el resto.
Total, que con el hecho de no fichar a nadie en enero, el club pone un durísimo examen permanente a la plantilla desde ahora y hasta el 18 de mayo. A ver si lo aprueban.

26 de enero de 2008

Volver a empezar (Beguin the beguine)

No es la película de Garci, ni la pieza instrumental que inmortalizaron, entre otros, los Indios Tabajaras. No. Se trata del anuncio de lo que supone para el Real Zaragoza el partido de mañana en Santander: por tercera vez durante la temporada, con dos cambios de entrenador en 18 días, es un 'volver a empezar'.
Se empezó en verano bajo la batura de Víctor Fernández. Se debió volver a empezar el pasado día 9 de este mes de enero al mando del efímero Ander Garitano. Y, de nuevo, curiosamente otra vez en Santander como con el vizcaíno, mañana en El Sardinero se necesita arrancar de nuevo el proyecto de la mano del veterano Javier Irureta.
El equipo no ha ido bien desde el principio. Y el doble cambio de motor, después de dos caladas espectaculares, denota primero, que las advertencias y denuncias hechas en los meses previos tenían un fundamento y, segundo, que estamos sumidos sin remedio en un año duro, peligroso, decepcionante y que necesita reparaciones de emergencia en pleno recorrido.
La plantilla lleva tres semanas loca, descolocada, desorientada. Es imposible centrarse si, además de la jauría que ha sido el vestuario en los últimos tiempos con Víctor, empiezan a desfilar técnicos en medio de un ambiente enrarecido y los entrenamientos son de alto grado de experimentación en tan corto espacio de tiempo.
Entre despidos, presentaciones, dimisiones, nuevas presentaciones, charlas con diferentes ponentes bajo el chándal, resulta que los sibaritas de los futbolistas han perdido esa referencia rutinaria que, en su monótono ritmo de trabajo semanal de siempre, era la de su entrenador primero. Ahora, todavía no están adaptados al nuevo statu quo. Digamos que no les ha salido bien a los dirigentes el relevo en el banquillo, no con la naturalidad con la que siempre se piensa hacer esa maniobra traumática, y el alboroto y el desasosiego general es ahora una incógnita de cara al futuro inmediato.
En Santander, otra vez en El Sardinero, este 'volver a empezar' tercero va a ser un termómetro para saber cómo están los muchachos ante la llegada de su tercer maestrillo, por supuesto, con su particular librillo. Irureta anuncia un paso atrás, un recorte en los "excesos" ofensivos vistos hasta ahora. No en vano, su método siempre fue tendente a la defensiva. Y aquí, la teoría extendida entre el zaragocismo contemporáneo juega a su favor. Como hay que potenciar el defectuoso entramado defensivo que tanto daño ha hecho este año, habrá que recular un poco más. Es pronto para que los efectos 'iruretianos' se puedan observar (no ha tenido más que cuatro días para impartir sus doctrinas), pero ya podrán observarse detalles de lo que el irunés pretende.
Al menos, la herencia que Irureta recibe de Garitano 'el rápido' es mucho mejor que la que Víctor le dejó a Ander. El triunfo ante el Murcia del pasado domingo en el debut y despedida de La Romareda del ex futbolista de Derio ha calmado los ánimos y ha parado en seco (o a decelerado como poco) las pesimistas sensaciones que 9 partidos seguidos sin ganar en el final de la era Fernández habían implantado en la mente de la mayor parte de los zaragocistas.
El de mañana es un partido entre interrogantes, un duelo experimental pero con puntos vitales en juego. Un choque que apetece mucho ver y analizar.
De nuevo, como si estuviéramos en una pretemporada sin fin. A ver por dónde respira el nuevo entrenador y cómo organiza a los chicos. Si no fuera porque nos seguimos jugando la vida en cada lance, parecería sugerente. Como lo que hay en disputa son tres puntos de oro y el hecho de salir cuanto antes de la zona peligrosa del descenso, todo esto da más respeto.
Mañana nace el tercer Zaragoza de la temporada. Hay que ver cómo se regenera este equipo sobre la marcha. Parece la cola de una lagartija.

24 de enero de 2008

Irureta, Santander, fútbol, D'Alessandro, fichajes...

Nuevo cambio de ritmo. Como en los concursos de baile, hemos pasado del cha cha cha a la salsa, con unos breves compases de pasodoble de por medio, en un abrir y cerrar de ojos. Hace doce días aún pervivía la era Víctor Fernández, época que parece ya lejanísima aunque todavía no hayan pasado dos semanas de su adiós. Su sucesor, Ander Garitano, ha sido tan fugaz que ha generado una de las sensaciones más extrañas entre el zaragocismo en toda la historia del club (yo, en 35 años viendo y siguiendo al Zaragoza, no recuerdo vivencias similares). Y, desde ayer, en medio de semejante alboroto, ya tenemos aquí a Javier Irureta como tercer portador del testigo en esta impensada carrera de relevos que es este año ya el banquillo aragonés (espero que no sea al final un riguroso 4x100).
Con todos los flecos y repercusiones que han derivado de tanto vaivén consecutivo alrededor de la dirección del vestuario, llega el momento de volver a pensar en el fútbol puro y duro. En el siguiente partido, de nuevo en Santander. Esta vez no es de Copa, esta vez (ya no nos queda otra cosa) supone un nuevo asalto de Liga en busca de salir del atolladero del grupo de riesgo en el que se halla sumido el Zaragoza desde hace varias semanas. Tres puntos vitales que, de conseguirse, tendrían doble o triple efecto de bienestar. Apuntalarían la reciente victoria frente al Murcia y sumarían así 6 puntos de tacada en solo una semana a la vacía cesta de recompensas del equipo. Harían empezar la andadura de Irureta de la mejor manera posible, con una ganancia de confianza general del grupo que hace falta desde el verano. Calmarían el estado nervioso-depresivo que afecta a multitud de personajes en esta película, mitad thriller, mitad terror, en que se ha convertido el Zaragoza en las últimas fechas. Y, de nuevo en el plano deportivo (a ver si algún día es posible que vuelva a ser el principal), no solo ayudaría a escapar un poquito más del tren de la cola (ese que tantos equipos ocupamos) sino que recortaría las distancias con los puestos de la UEFA que, precisamente, marca en última instancia el Racing de Santander, nuestro rival dominical al que dejaríamos frenado automáticamente.
Así que las jornadas, entre unas cosas y otras, van a seguir siendo vertiginosas. Mucho más si tenemos en cuenta que el mercado invernal de fichajes encara su recta final y, por todo lo ocurrido, el Zaragoza -in extremis- ha decidido cambiar su postura cerrada a no incorporar a ningún jugador y ahora sí que es posible que contrate a alguien. Sobre todo porque, también en un cambio postrero, la salida de D'Alessandro (impedida por Agapito Iglesias por activa y por pasiva desde hace casi un mes, aunque el argentino lo viene reclamando con energía desde antes de Navidad) parece cada vez más cercana rumbo a Argentina.
Total que, si no hay nuevas sorpresas que alteran la vida cotidiana de ese revuelto Zaragoza, estamos en el inicio de un tiempo de cambios, de modificaciones más o menos importantes en el equipo y el medio ambiente que lo rodea, que van a ir enfocadas a encontrar una calma y un rendimiento que hasta hoy ha sido imposible lograr.
Irureta, el nuevo míster, lo tiene de inicio mejor que Ander Garitano. Al menos, ya no tiene que romper ninguna mala racha de resultados negativos, ya no puede caer al abismo emocional en caso de derrota, tal y como le sucedía a su antecesor el domingo pasado ante el Murcia. La cosa no está bien, ni mucho menos (a 3 puntos del descenso todavía), pero con el 3-1 a los murcianos y el cambio de chip de la mayoría de protagonistas, algo positivo se ha sumado después de tantos días de negativismo forzoso. La única duda es saber cómo habrá afectado a la plantilla la marcha súbita e inesperada de Garitano y de qué manera, un segundo cambio de ritmo en tan poco tiempo va a poder ser asimilado sin que se note demasiado en el juego y el ánimo general.
Seguimos pues sumidos en días vitales para el futuro inmediato del equipo y de la institución, a escasas fechas (1 de febrero, la semana que viene) de la Junta de Accionistas en la que se pondrá en marcha la Operación Acordeón. Que Dios reparta suerte. Y que los humanos tengan (tengamos) acierto. Por el bien general, es menester.

22 de enero de 2008

Marrón muy oscuro

Esta es una de las noches más raras de los últimos años en mi trayectoria como periodista. Cuando al borde de las 00.00 horas he recibido una llamada telefónica, breve, escueta y concisa, que me anunciaba la dimisión de Ander Garitano como entrenador del Real Zaragoza, no daba crédito a la noticia. En pocos minutos, entre confirmaciones a medias, indicios, síntomas y, por fin, la seguridad de que algo gravísimo estaba pasando dentro del Real Zaragoza SAD desde hacia unas horas, se me ha caído el alma a los pies. Cuánta torpeza, cuánto despropósito junto. Qué miedo da todo esto.
El año empezó mal, como se ha venido contando aquí con sumo cuidado pero con total libertad e independencia. No solo en el terreno deportivo, sino también en el extradeportivo. Así hemos ido informando en HERALDO, así hemos ido opinando, así hemos ido advirtiendo de los riesgos y los peligros que un año tan torcido en muchos sentidos puede acarrear para este club (SAD) tan peculiar. Así hemos mantenido viva la llama del rigor, aun a pesar de algunas trabas y críticas tan interesadas como mentirosas de algunos personajes concretos que pululan o han pululado por los alrededores del equipo.
Las circunstancias, después de una larga agonía del mascarón de proa del proyecto que ha durado casi tres meses y que concluyó hace una semana, habían empezado a cambiar. Garitano era fuente de esperanza, había caído bien en el vestuario entre la mayoría de los futbolistas comprometidos con el Zaragoza. Hombre de la casa, futbolista consagrado y experimentado, ayudado por otro emblema zaragocista y del fútbol nacional como Santi Aragón, se había ganado el respeto de buena parte de la plantilla en solo 6 días.
Por eso, esta noticia es un machetazo profundo en la zona pectoral del zaragocismo de verdad, del que siente los colores, del que ama la historia de esta institución, de quien, desde niño, ha acudido miles de veces al estadio a ver otros miles de partidos del equipo de su alma. No se concibe que un entrenador recién llegado, pueda llegar a dimitir cuando solo ha dirigido un partido de Liga (2 con el de Copa) que además se saldó con una vital victoria que puso fin a una de las peores rachas del equipo en sus 75 años de existencia.
¿Qué ha podido pasar? ¿Agapito, D'Alessandro, la fractura del vestuario, la descoordinación del funcionamiento interno entre máximos dirigentes? Es una noche rara, oscura, borrosa y que acojona. De verdad que acojona.
Habrá que esperar, por lo que cuentan las escasas voces autorizadas del club, hasta mañana (hasta luego, que ya es muy tarde) para ver algún punto de luz a este conflicto que puede acabar con Javier Irureta como tercer técnico del Zaragoza en esta terrible temporada. Todo es oscurantismo, todo es silencio hediento.
A esta hora de la madrugada, no puedo irme a descansar sin introducir este breve (y a la fuerza impreciso) artículo de actualidad para que todos podáis compartir (y participar si queréis) este lío monumental que nos ha vuelto a brindar el errático Zaragoza que, esta vez sí, apunta claramente a un caos de incalculables consecuencias.
Mañana, con muchos más datos, con quizá más capacidad de asimilación de este rejonazo bajo que los actuales regentes del club pueden estar asestando al equipo, volveremos a estar en contacto.
Parece mentira, pero es cierto. La crisis, que pareció cauterizada en buena medida ayer con el triunfo ante el Murcia, se abre y se multiplica por cien con una situación increíble.

21 de enero de 2008

Aire

¡Por fin!. Ya se acabó una de las peores rachas del Real Zaragoza en Primera División a lo largo de sus 75 años de vida. Han sido 9 partidos seguidos de Liga sin ganar, casi tres meses de chascos que han sumido al equipo en unos objetivos muy alejados de los que se marcaron al principio de temporada. Con el 3-1 de ayer frente al Murcia, en la tarde en la que Garitano se presentaba ante el público de La Romareda como nuevo entrenador del equipo aragonés, los futbolistas, el nuevo cuadro técnico, los dirigentes, todo el entorno y, sobre todo, la afición, ha podido coger de nuevo un soplo de aire fresco que respirar.

El ambiente era ya muy agobiante y la victoria era imprescindible para evitar síntomas de asfixia. El estreno de Garitano el pasado miércoles en el duelo copero de Santander no podía haber sido más catastrófico: eliminados y goleados a manos de un equipo ordenadísimo pero carente de gol durante todo el año que, sin embargo, le endosó 4 goles a un cándido Zaragoza que manifestó en esos 90 minutos todo el catálogo de carencias que han acabado traumáticamente con la anterior etapa deportiva y amenazan (todavía) con seguir carcomiendo otros ámbitos del proyecto de no mediar un cambio de rumbo urgente y efectivo.

Ayer, se sabía o, en todo caso se barruntaba (vista la tabla clasificatoria), que quien saliera perdedor del partido de La Romareda iba a caer en puestos de descenso, o casi. Y así ha sido. El Murcia, rival gemelo en el ranquin de Primera División por puntos y trayectoria, perdió 3-1 ante este Zaragoza con nueva dirección en el banquillo y ya es antepenúltimo. Junto al defenestrado Levante y el enfermo Deportivo de La Coruña, los murcianistas serían hoy los que se irían a Segunda División. Por cotejo, basta imaginar qué hubiese pasado si la racha heredada hubiera continuado y, por aquello de las inercias negativas, el Zaragoza hubiera vuelto a pinchar ayer seriamente. La solución a tal hipótesis la ofrece el propio destino del Murcia. El Zaragoza estaría hundidísimo, abajo del todo.

Menos mal que estos tres puntos de tacada -ya era hora- han llegado a tiempo para coger algo de aire puro a un grupo que bordeaba el estado cianótico. Pero de momento es solo eso, un soplo de oxígeno que depura mínimamente los pulmones zaragocistas que, por obligación, deberá tener continuidad para no quedarse insuficiente en el objetivo de recuperar la salud en la Liga.

Utilizando de nuevo a nuestra víctima de ayer, el Real Murcia, es necesario tener en cuenta que el estado del actual campeonato es harto peligroso para quienes no están metidos entre los seis primeros a estas alturas medias de esta Liga. El descenso es un destino muy cercano para, al menos, una docena de equipos y, entre ellos, está lamentablemente el Real Zaragoza mientras no salga de ahí. El Murcia, hace dos semanas, era 9º clasificado. Perdió en Barcelona y ayer en La Romareda de manera consecutiva (final de primera vuelta y principio de la segunda) y, en solo siete días naturales, ha caído al puesto 18º. Es una burrada, pero así está la Liga esta vez y ese es el riesgo que, desde hace muchas semanas, veníamos advirtiendo desde esta casa.

Bien está haber cortado el camino torcido que comenzó seriamente en octubre. Pero hay que seguir firmes y alerta. Entre tanta igualdad, quien consiga cuatro o cinco resultados positivos de forma consecutiva, podría optar a meterse en la cabeza en la recta final de la Liga. Por el contrario, un par de malos domingos (caso del Murcia), te hunde en la miseria de forma inevitable. Aún quedan 18 asaltos de un largo y delicado combate para este Zaragoza mínimamente renacido. Ojalá todo salga bien. Al menos, en Liga, así ha empezado.

17 de enero de 2008

Señores, esto es lo que hay

Vaya radiografía tan diáfana que nos ha hecho hace un rato aquí al lado el Racing de Santander. Estoy sentado frente al ordenador, en mi habitación del Hotel Palacio del Mar, apenas a 100 metros del estadio de El Sardinero donde esta noche acaba de ser eliminado el Real Zaragoza de la Copa del Rey y he pensado que, antes de dormir, era obligado puntualizar algunas cosas de las que han pasado esta noche aquí, a orillas del bravo Cantábrico (vaya ventolera que hace a estas horas).
Esto es lo que hay. Esto es lo que tenemos. Esto es lo que ha heredado Ander Garitano y con lo que ha de lidiar hasta el 18 de mayo, si Dios quiere. Sin esa UEFA que se nos murió recién nacida allá por octubre y sin esta Copa del Rey que hemos perdido en el segundo cruce de manera triste y apabullante, ya solo resta la Liga para cerrar el balance una temporada que empezó torcida en verano, siguió enroscándose en otoño y ha acabado líada a más no poder en invierno.
Al pobre Garitano (o al que hubiese venido a sustituir al anterior) no cabe cargarle demasiada culpa de la goleada en Santander. Este 4-2 recibido a pies (y cabezas) de un equipo fuerte, revelación de la Liga, pero que hasta hoy no destacaba por anotar demasiados goles, es el resumen perfecto de la herencia que ha recibido el nuevo entrenador blanquillo.
Un desastre del entramado defensivo. Un equipo sin patrón ni esquema de juego, que vive de la improvisación permanente. Un grupo inánime que cada vez tiene menos resortes para recuperarse de los golpes que, en cada partido, sufren de parte de los rivales de turno. Un plantel descompensado, con enormes carencias, con chicos que no están rindiendo ni a mitad de lo que se suponía o se sabía cuando se les trajo.
"Faltan muchos conceptos y falta moral" ha venido a decir Garitano en la sala de prensa. Claro, Ander, claro. Desde hace días. Muchos días. ¡Qué mala es la connivencia, el amiguismo, la permanente pasada de la mano por el lomo porque me interesa que nada cambie!
Mientras tanto, los adalides del zaragocismo (¿variará ahora su concepto y volverán los tiempos del "cebón" o el "chulito de Bilbao"?), han colaborado a que el equipo se deteriore como hacía tiempo no sucedía en muchas facetas matrices para el buen funcionamiento de un vestuario y un grupo deportivo. Y ahora, el Zaragoza está abocado a vivir una temporada de fracaso estruendoso, salvo que las cosas se recompongan milagrosamente y, en los cuatro meses que quedan de Liga, surja una remontada improbable a todas luces.
Este de hoy en Santander es el Zaragoza que tenemos. El que se ha fabricado y ha degenerado durante muchas semanas, desde el pasado mes de julio. Cuando las cosas se hacen bien, hay veces que, por el azar o por elementos ajenos a la voluntad del facedor, salen mal. Pero, sin duda, cuando las cosas se hacen mal desde el principio, solo pueden salir mal.
Y en ese espacio de probabilidades venimos moviéndonos desde hace tiempo. Aquí, al menos, tenemos la conciencia muy tranquila porque se ha advertido, se ha denunciado, se ha expuesto con total independencia y claridad. Ninguna crítica era vana. Se temían unas consecuencias que otros valoraron como utópicas, imposibles o infundadas y, amigos míos, el tiempo suele ser infalible, por encima siempre de la mente humana.
Este Zaragoza que hoy ha estrenado Garitano es el que recoge sobre la marcha. Este Zaragoza de Santander es el que ha de remodelar, reconducir, reparar y, en definitiva, salvar del desastre.
Ya no hay Copa, como hace días que no hay Europa. En la Liga, nos quedan 19 partidos, la segunda vuelta. Partimos a solo dos puntos del desastre del descenso. Valorando con cierta sensatez que el Levante es carne de cañón, va a haber 2 plazas mortales para un amplio abanico de candidatos del que hay que huir cuanto antes.
Ese es, indudablemente, a estas alturas, el objetivo de este "gran" Zaragoza que se preparó el pasado verano para que algunos nos vendieran miles de metros cúbicos de humo y líneas y líneas de bla, bla, bla. Mucha gente les creímos. Otros muchos, los abonados, pagaron con agrado (y esfuerzo) el enorme subidón de los abonos porque el Zaragoza aspiraba a grande. Por eso, todo lo que está pasando, adquiere un grado de gravedad muy superior a cualquier circunstancia similar de épocas y décadas anteriores.
Suerte a Garitano, porque la va a necesitar. Suerte y acierto en las decisiones. Y, al resto, en el 75 aniversario del club, advertirles que es posible que, si no cambian mucho las cosas, estemos ante un año inolvidable.
Armémonos de paciencia y pensemos ya que el partido del domingo en La Romareda contra el Murcia es una final. La primera de 19. Hay que sumar 22 o 23 puntos en la segunda vuelta como sea. Y estos tres han de ser lo primeros. No ganamos desde el 31 de octubre a un rival de nuestra categoria. En casa, el último triunfo fue el 28 de octubre. Todos éramos mucho más jóvenes aquel día. A ver si contra el Murcia cambian los tiempos o seguimos sumidos en la herencia.

15 de enero de 2008

Para lo que me queda en el convento... (Víctor se fue tirando coces)

Cierto es que Víctor Fernández ya no es el entrenador del Real Zaragoza (Garitano ya se ha estrenado hace un rato en la Ciudad Deportiva). Hoy martes, 15 de enero, Víctor es solo noticia de actualidad zaragocista por la resaca que dejaron sus declaraciones de despedida. Probablemente sea el último momento en el que Fernández ostenta ese rol de ser noticia de actualidad en mucho tiempo, en muchos años. Quizá hasta que vuelva al club en otras funciones que, sorprendentemente, él mismo se encargó ayer de anunciar. "Nunca más volveré al Zaragoza como entrenador. Volveré como presidente o como director general. Seguro" espetó con seriedad y convencimiento en la recta final de su última rueda de prensa en la sala de La Romareda. Él sabrá lo que lleva entre manos de cara al futuro (él o sus pedanías), aunque es posible que la frase forme parte del terreno puramente anecdótico. El tiempo dirá.
Si decido rescatar en este espacio de HERALDO.es algún pasaje de lo dicho ayer por Víctor es porque me pareció definitorio del talante que ha impregnado a Fernández durante este año y medio en todos sus actos dentro del Real Zaragoza "nuevo" que nació con la venta de Soláns. Víctor, con su manera de actuar el día de su adiós, se retrato en buena medida y mostró una parte de su verdadero yo, porción personal moral que durante el año y medio que ha estado al frente del vestuario blanquillo ha escondido, difuminado y tapado detrás de una pose postiza lejana a la realidad.
El preparador zaragozano decidió irse dejando plantadas varias minas dentro del club. No se ha ido en son de paz, aunque su tono calmado en la fachada pudiera parecerlo para mucha gente a bote pronto. De entre sus perlas orales, varias han dejado abollada la imagen del actual proyecto y han golpeado a algunos de sus responsables principales (Agapito, Pardeza y Herrera). Alguien puede pensar que es normal. Que si uno es despedido de una empresa, lo humano es irse resentido. Hasta cierto punto sí es así. Pero, si se ha sido mascarón de proa de un proyecto, si se ha desarrollado un papel importante con vehemencia e interés profundo durante tanto tiempo incidiendo de manera directa en la ilusión, la opinión y los criterios de la muchedumbre, de un enorme grupo de personas que han creído en tí y en tu mensaje, esa reacción necesita ser muy medida para no causar sensación de fraude consumado cuando se analiza a posteriori. Y eso le está pasando hoy a muchos aficionados al Real Zaragoza respecto de la postura y el talante de Víctor a lo largo de los últimos 18 meses en la proa del proyecto.
Víctor optó por aplicar, mesurada y sibilinamente antes de su última rueda de prensa, el famoso adagio popular que reza: "Para lo que me queda en el convento, defeco dentro". De hecho, a esa hora, ya estaba fuera del "convento".
Víctor soltó un par de coces extremadamente dolorosas a la globalidad del actual proyecto expansionista e ilusionante que encabezan Agapito y Bandrés. "Evidentemente, yo soy esclavo de todo lo que he dicho. Pero nos ha podido mucho más la ilusión que la razón y este sueño con tanta fantasía que es este proyecto" , dijo Víctor sin el menor rubor. O sea, que, según el defenestrado ídolo, esto que estamos viviendo tiene mucho de irreal, mucho de palabrería y, por lo tanto, es en cierto modo una mentira. La denuncia, gravísima, podría tener un valor de valentía si no fuera porque el mayor vendedor público de la misma ha sido en este tiempo el propio Víctor. Con esta simple pero contundente frase, el técnico viene a asumir, además, de manera implícita la veracidad de aquellas acusaciones que, desde muchos flancos, se le han hecho como un gran "vendedor de humo" o le han catalogado como "el rey del bla, bla, bla". "Hemos perdido la perspectiva de la realidad y nos hemos atrevido a hacer juicios extraordinariamente arriesgados. A lo mejor hemos tenido unos discursos grandilocuentes que nos han perjudicado mucho porque no los hemos sabido vender" , apuntó a continuación. Uno, a estas alturas, le diría a Víctor que este tipo de mensajes (que él y sus pedanías han combatido de manera beligerante este último año y medio) hubieran hecho más bien al Zaragoza si los hubiese hechos públicos hace días, a su debido tiempo, y con él en el cargo. Ahora, suenan a venganza, a mal estilo; son un "ahí os dejo estas cerezas" para que os las comáis como podáis.
Los reproches a Agapito (de quien dijo estar distanciado), a Pardeza y Herrera, también dejaron un poso conflictivo. Pero, por tratarse de asuntos de índole personal, cabe situarlos en un plano inferior al que se ubican las frases reseñadas con anterioridad, que sí afectan a la totalidad del proyecto de la nueva entidad.
En fin, que la postura de Víctor en el momento de su marcha es, para mucha gente, la caída de una careta a la que se le rompió la goma. Al menos, si es verdad lo que dice el ex entrenador, su adiós habrá servido para saber que este proyecto zaragocista está basado en "discursos grandilocuentes", con más "ilusión" que "razón" y con "mucha fantasía". Tanta que "hemos perdido la perspectiva de la realidad". Lo malo para él es que, algunos, nos vamos a sentir (ahora sí, sin discusión de nadie) totalmente engañados y defraudados por los papelones que hemos visto desempeñar a Víctor y a muchos más durante este tiempo.

14 de enero de 2008

... y los dirigentes decidieron mover ficha

Se acabó la quietud, el silencio contenido que ha impregnado el día a día de los responsables directivos y ejecutivos del Real Zaragoza durante las últimas diez semanas. Anoche, tras el noveno partido consecutivo sin ganar en Liga (2-2 ante el Mallorca en La Romareda, en una nueva demostración de impotencia), Agapito, Bandrés, Pardeza y Herrera decidieron que era el momento de comenzar a mover ficha en el andamiaje estructural de la entidad en busca de soluciones distintas, esas que en fútbol se llaman tradicionalmente revulsivos.
No han sido nada originales. Como siempre pasó desde que se inventó este deporte del balompié, la figura del entrenador ha sido la primera en desplazarse. Víctor Fernández fue destituido anoche de manera fulminante y, a estas horas, ya se sabe que Ander Garitano será su sustituto al frente del equipo como entrenador. Los resultados, el mal ambiente de la caseta, las cada vez más hondas diferencias entre Víctor y los jefes de club, acabaron haciendo explotar el intento de sujección que los directivos blanquillos han llevado a cabo con esfuerzo durante el último mes.
Es el fin de un camino, año y medio después del comienzo ilusionante de este nuevo proyecto. Hoy, con Garitano, se cambia el paso. El devenir de los acontecimientos dirá si este leve (pero traumático) movimiento es suficiente o, por el contrario, hay que seguir moviendo más fichas.
El siguiente paso, según dicta la tradición, sería reforzar el plantel, modificar con salidas y entradas la composición del equipo. Desde el club se insiste en que no va a ser así. Pero, hace pocos días, también se aseguraba que Víctor iba a llegar al final de la temporada y no se ha cumplido. Por eso, no queda más remedio que esperar con suma atención la evolución de las cosas por este flanco, hasta que pase el 31 de enero, día en que acaba el mercado de invierno.
Pero el parcheo sobre la marcha no acabará aquí. Sabido es que, en estos casos, es siempre vital el cómo reaccione el equipo. Es obligado esperar, analizar los próximos partidos y diagnosticar si este primer movimiento directivo es suficiente. A veces ha valido, otras no y ha exigido más maniobras posteriores. Y eso, ahora, es imposible de dilucidar.
El temor de Agapito, Bandrés, Pardeza y Herrera, como también es clásico en este tipo de cuadros complicados dentro de un club, crece gradualmente según pasan las horas tras la decisión de echar a Víctor. A partir de ahora, los flujos de opinión van a cambiar y las reacciones conocidas hasta ahora se verán modificadas en un sensible porcentaje. Las gentes, la masa, diversos gremios, son incontrolables y harto volubles. Sin Víctor, Garitano llega virgen y, si las hubiere, las nuevas críticas, los nuevos reproches, apuntarán hacia ellos. Es, por lo tanto, una necesidad que la cosa se reconduzca con celeridad y solvencia si no se quiere quedar abocados a una variación de la crisis en cuanto a sus síntomas y extensión.
Pero esto, amigos míos, resulta siempre inevitable en el mundo del fútbol. Es la famosa y tópica pescadilla que se muerde la cola: los resultados, los líos internos, obligan a hacer algo; y, cuando se hace porque ya no hay más remedio (se ha aguantado más que nunca por tratarse Víctor de quién es y por ser este un proyecto atípico en todo), la cascada de consecuencias y efectos concatenados es ya una incógnita que ningún protagonista es capaz de despejar a priori. Eso no se maneja ya desde dentro y depende de muchos factores que escapan a la regencia del club.
En definitiva que, tras el inequívoco fracaso de este proyecto en su segundo año de caminar, cuando todo pintaba de maravilla tras el buen comienzo que tuvo en su debut la temporada pasada, llegan 4 meses de peleas por reconducir una campaña casi perdida (salvo milagro) y, si todo va bien para todos (con Garitano en el timón), pensar en una revolución nueva de cara al tercer año de la nueva era. Todo esto, lo deportivo, interseccionado con los líos que aguardan en lo concerniente al nuevo estadio, a la gravísima situación económica del club, a la operación "acordeón" que va a modificar el estatus accionarial de la entidad y demás circunstancias palalelas o tangenciales al fútbol pero que, en el caso del Real Zaragoza, son de primer orden en importancia.
En fin, que la racha de resultados y la escasez de solvencia del equipo ha terminado con el adiós forzado de un entrenador carismático como Víctor que, por segunda vez, acaba mal en el equipo de su ciudad a pesar de que se le ha dado un margen de rectificación mucho mayor del que habría tenido cualquier otro (en Huelva, ya pudo haber sido destituido, o incluso tras el día del Valencia). Se quería (hubiera sido lo ideal para evitar traumas) que Fernández hubiera completado la campaña y se hubiese sentado el último partido de la Liga en Mallorca el 18 de mayo. Pero para eso, era necesario que el equipo hubiera sido capaz de reconducir mínimamente su penoso caminar desde octubre. Y eso no ha pasado y, el hundimiento en la tabla está siendo lento, pero inexorable. El fútbol no entiende de sentimentalismos con sus superpagados y supermillonarios protagonistas. El código de este deporte profesional es conocido por sus estrellas y, a Víctor y el resto de afectados por este despido, no les extraña este final.
El futuro, a partir de hoy, es una nebulosa. Iremos viendo su formato con el paso de los partidos.
Ojalá sea bueno y el Real Zaragoza, que es en definitiva lo que cuenta (y está siempre por encima de personalismos que a veces confunden los intereses) termine lo mejor posible otro voluptuoso año en su larga historia. Lamentablemente, porque lo emborrona, el año 75 de su vida.

10 de enero de 2008

Una manera positiva de ver el actual Real Zaragoza

En este equipo de nuestros amores, de nuestras alegrías y de nuestros sufrimientos está a punto de poder solicitar una leve modificación en el mecanismo de la competición para poder respirar un poco más tranquilo dentro de unas fechas si, por las circunstancias que fuesen, los triunfos no llegasen (la continuidad de la mal suerte, la permanencia de los aciertos extraordinarios de los jugadores rivales, los errores puntuales de los futbolistas propios que echan a perder los grandes momentos de juego que se efectúan a lo largo de cada encuentro, los errores arbitrales o la imposibilidad de repetir alineación por parte del técnico a causa de las ausencias, por citar algunos ejemplos de lo que más a menudo se está dando este año).
El errático (por la racha que lleva desde octubre, o si se prefiere desde agosto, no por otra cosa) Real Zaragoza que referencia accionarialmente Agapito Iglesias, preside ejecutivamente Eduardo Bandrés, dirige corporativamente Javier Porquera, dirige deportivamente Miguel Pardeza, gerencia administrativamente Paco Checa, gerencia deportivamente Pedro Herrera, entrena Víctor Fernandez junto a Narciso Juliá y Eduardo Basigalup, prepara físicamente José Luis Arjol, dirige comunicativamente Manuel de Miguel ayudado por Rubén Ramos, dirige mercadotécnicamente Jesús Gómez de la Fuente, es aconsejado por consejeros como José Antonio Gómez de la Fuente, Pepe Melero, Juan Fabre, Manuel Teruel, José María Serrano, Agustín Ubieto o Fernando Zamora y tal, resulta que tiene 21 puntos en la clasificación tras la jornada 18ª, apenas a tres días de llegar a la mitad de la Liga.
Pero dentro de este caminar dubitativo que venimos apreciando en el equipo desde que la pretemporada terminó en Palermo a mitad de agosto y la competición empezó en Murcia el último fin de semana de ese mes veraniego, hemos ido apreciando y se nos ha ido vendiendo desde dentro que, cada gesto positivo que se ha producido en el juego y los resultados del Zaragoza, se esperaba que fuese un punto de inflexión para remontar la defectuosa marcha del proyecto deportivo y que el grupo se aupase a los lugares que se ansían y que le corresponden por inversión y envergadura empresarial. Ese mágico parámetro lo hemos oído en boca, sobre todo, del entrenador; pero también del presidente, de otros dirigentes e incluso de varios futbolistas. Por extensión y mimetismo, también en la prensa lo hemos recogido (este año, o mejor, estos dos últimos años, el mimetismo entre alguna parte de la prensa y una parte muy concreta de las gentes del club es mayor que nunca, como se puede apreciar fácilmente).
Bien, pues resulta que un punto de inflexión es un punto donde los valores de x de una función continua pasa de un tipo de concavidad a otro. La curva atraviesa la tangente. Matemáticamente la derivada segunda de la función f en el punto de inflexión es cero, o no existe. En el cálculo de varias variables, a estos puntos de inflexión se les conoce como puntos de ensilladura.
En definitiva, por si no os queda claro, la DEFINICIÓN exacta de un punto de inflexión es ese punto que, en una función continua, separa la parte convexa de la cóncava, y se llama punto de inflexión de la función. En ellos la función no es cóncava ni convexa sino que hay cambio de concavidad a convexidad o al revés (sic).
La clasificación de los puntos de inflexión se divide entre derivables y no derivables. Los derivables pueden ser de tangente horizontal o de tangente inclinada. Y los no derivables, continuos o discontinuos.
Una vez sabido, pues, lo que nos quieren decir con eso de que "estoy seguro de que este partido va a ser un punto de inflexión y el equipo va a empezar ya a funcionar y a ganar partidos", ahora es cuestión de valorar cuantitativamente la cantidad de puntos de inflexión que llevamos acumulados desde septiembre (recuerdo que Bilbao, en la tercera jornada, cuando se empató 1-1 en San Mamés, fue el primer sitio donde ya se esgrimió el primer punto de inflexión) e intentar que nos los computen en la clasificación. Como sigan pasando las jornadas y los partidos oficiales (incluyo UEFA y Copa del Rey) con esta este ritmo de cosecha de puntos de inflexión, enseguida vamos a tener más que puntos reales. Y sería coherente intentar una permuta con los responsables de la Federación, con los que (Villar sigue a la cabeza) por otra parte, cabe todo últimamente en el fútbol español. Total, el Real Zaragoza no perdería nada en la gestión. El no ya lo lleva y, todo lo que consiga, bien venido será.
Mientras la cosa no cambie (ahora vienen dos partidos seguidos en casa contra Mallorca y Murcia que deben ser la penúltima -nunca hay última en este equipo- tabla de salvación de la temporada liguera), vamos a intentar dar valor en el mercado a nuestros puntos de inflexión, que son un fajo. Por calificar los partidos del Zaragoza como "un punto de inflexión" no ha quedado. Se han hecho durante los últimos meses grandes esfuerzos por calificar así las leves mejorías puntuales que ha manifestado el equipo y, anecdóticamente, también se valoró de este modo el partido contra la Juventus en el torneo Ciudad de Zaragoza que se ganó 2-1 a los suplentes del cuadro italiano con el ensayo de aquel rombo defenestrado. Bueno, pues hasta ese "punto de inflexión" lo tenemos que intentar computar, ¡qué para eso es nuestro!.

P.D.: Sigo preocupado, pero, si quienes tienen que estarlo de veras, actúan con una parsimonia y una quietud digna de ¿admiración?, no seré yo quien se altere más de la cuenta. Hoy, dedicado con mucho cariño a quienes no ven por ningún sitio los problemas y las deficiencias de este "tocado" Real Zaragoza, he decidido transitar, excepcionalmente, el camino de la ironía. Salud y saludos para todos.

7 de enero de 2008

Una fotografía que define la realidad

Sacamos la cámara, enfocamos bien y disparamos. Y la realidad, la fotografía real e inopinable de la situación del Real Zaragoza es la siguiente:

4º- Atlético Madrid 34 puntos
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5º- Villarreal 32 puntos
6º- Racing Santander 29 puntos
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7º- Valencia 27 puntos
8º- Sevilla 26 puntos
9º- R. Murcia 22 puntos
10º-R. Zaragoza 21 puntos
11º-R. Mallorca 21 puntos
12º-R. Valladolid 21 puntos
13º-Getafe 21 puntos
14º-Recr. Huelva 21 puntos
15º-Osasuna 20 puntos
16º-Almería 20 puntos
17º-Athletic Bilbao 19 puntos
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18º-R. Betis 18 puntos
19º-Dep. Coruña 17 puntos


Es decir, que a falta de un partido para terminar la primera vuelta, el equipo zaragocista está engañosamente ubicado (porque esta Liga es la más extraña de los últimos lustros por su igualdad de mitad de tabla hacia abajo) justo en el centro de la clasificación.
Esa cómoda plaza, que cualquier otra temporada significaría tener la cola a media docena de puntos como mínimo y mirar con cercanía al sexto puesto que lleva a Europa, resulta que esta vez es justo al revés. La UEFA dista a 8 puntos (a 13 está ya el sueño de la Champions que se marcó el club el pasado verano como reto del segundo año del proyecto). Y, de manera increíble, el descenso está a solo 3 puntos, a tiro de piedra de un solo partido.
El Zaragoza es 10º simplemente por el anecdótico matiz del golaverage momentáneo. La verdad es que tiene los mismos puntos que el 14º, solo uno más que el 16º y apenas dos más que el 17º. El penúltimo de la Liga, nos mirá a solo 4 puntos de distancia. Y esto llegará a su ecuador el domingo que viene. A partir de ahí, comenzaremos la segunda vuelta y, con ella, la paulatina cuenta atrás a este campeonato tan peculiar y tan peligroso -hasta ahora- para Víctor Fernández y sus muchachos.
Esta es la foto. Véase, obsérvese, analícese y asúmase. No se puede variar ni moldear. Es así.
Además, hay otros datos relevantes a tener en cuenta. De esos números, también imposibles de manipular, que hablan solos. Uno, que el Zaragoza solo ha ganado 5 de los 18 partidos jugados hasta ahora en esta Liga. 5 de 18. En una estimación ponderada de temporadas anteriores, para estar en las inmediaciones de la zona europea (donde se movió, por ejemplo, el año pasado), tendría que haber ganado el doble, alrededor de 10.
Otro, que con 30 goles encajados, el Zaragoza es el segundo equipo que más goles ha recibido de toda la Liga, solo superado por el desastroso colista Levante (de los peores de las últimas décadas a estas alturas), que ha recibido 33, solo 3 más que los aragoneses.
Otro dato más, este positivo, que por positivo acaba agravando más la situación real del equipo. Con 27 dianas anotadas, el Zaragoza es el 6º equipo más atinado de cara a las porterías contrarias del fútbol español. El 6º mejor. Tiene a la pareja de delanteros más solvente del curso, Diego Milito (9) y Oliveira (8), con 17 goles marcados entre ambos, muy bien acompañados en asistencias e, incluso, algun gol que otro, por Sergio García volcado a una banda. Este dato incuestionable y elocuente hace más difícil enteder cómo el equipo puede estar tan atrás en la pelea de la cabeza, cómo puede estar asomado tan de cerca al abismo de los peores. Algo se debe estar haciendo muy mal, rematadamente mal, para que semejante producción esté siendo tan insuficiente como para llevar al equipo a las cotas para las que se creó y se armó en julio y agosto.
Hay más detalles puramente informativos que se pueden aportar. Pero no quiero ser más extenso en el día después de que, por la buena imagen que se dio en el Bernabéu en líneas generales, la derrota en Madrid no se ha atragantado tanto como otros chascos anteriores. Tanto es así que, de entre la incredulidad generalizada y la desorientación más turbadora que preside los actos de la mayoría de los dirigentes zaragocistas desde hace semanas por la cuesta abajo que viene manifestando el Zaragoza poco a poco, de repente ha surgido como un leve halo de esperanza a que la esperada reacción surja ya de inmediato en estos tres partidos seguidos que esperan ahora en La Romareda (el primero de Copa ante el Racing este miércoles y, después, consecutivamente, el Mallorca y el Murcia en Liga).
Amigos míos, el famoso bla, bla, bla del que se viene abusando hace muchos días caducó hace tiempo. Hacen falta hechos. Tras 8 jornadas seguidas sin ganar, habiendo sumado solo 4 puntos de los últimos 24, con el lío de D'Alessandro ardiendo, Aimar en el quirófano, Matuzalem retrasando paulatinamente su reaparición porque las molestias no remiten y las dudas internas in crescendo por la acumulación de circunstancias adversas que no hay manera de atajar, el agónico triunfo ante el Pontevedra de Segunda B en la Copa y el buen partido del Bernabéu, finalizado con derrota (como casi siempre en la historia) no tienen el suficiente oxígeno como para revivir por sí solos a este tocado equipo.
Hacen falta ya, pero ya, triunfos, puntos, rentabilidad a todo lo que se haga. Y el calendario lo pone a la carta. Señor Fernández y señores jugadores, ahí tienen ustedes seis puntos para sumar como sea. Venzan al Mallorca y al Murcia y salgan del pelotón de los torpes antes de que la tormenta de agua se convierta en granizo del tamaño de pelotas de golf.
Y que nadie se queje de este tipo de exposiciones. Son realmente benévolas tal y como viene la mano. Otro día dedicaremos un espacio a los aponderadores del momento, antes matarifes de otras piezas. Solo un recuerdo: conviene no confundir el zaragocismo con el victorfernandismo o el agapitismo. La parte jamás fue el todo. Y ejercer la crítica, no es ponerse la camiseta "anti" respecto de nada o de nadie. Como ya os dije un día, hace mucho más daño la connivencia sobre el errático y el equivocado que el exceso de celo en las advertencias y las denuncias. El caso D'Alessandro, ahora iluminado por Víctor porque le conviene y antes escondido por el técnico intentando poner puertas al campo desde hace meses, es un claro ejemplo de que, el tiempo, al final deja las cosas y a las personas en su debido lugar.
Lo mejor de ayer en Madrid: que los chicos nos demostraron que, efectivamente, si son capaces de jugar tan bien como lo hicieron durante 50 minutos en el Bernabéu frente al resto de rivales que no son tan poderosos ni tan letales como el Madrid, los triunfos van a llegar solos. ¿Por qué no lo han hecho hasta ahora? ¿Seguiran haciéndolo tan bien desde este miércoles ya en el partido de Copa?. Ya nos han mostrado de lo que son capaces. Nos han enseñado parte de su poderío oculto hasta hoy. Todos los esperamos con ansias para llegar al inicio de la segunda vuelta con mucha más calma y menos dudas. Que siguen vigentes y muy activas. Como los riesgos y las posturas traumáticas en caso de que el rumbo no se retome de manera aceptable en un tiempo muy breve. Y, si no, mirad de nuevo el inicio de este artículo.

4 de enero de 2008

El duro regreso de la Liga y el buen sorteo de Copa

No hay tiempo para rumiar más el triunfo agónico ante el Pontevedra en la Copa del Rey. El loco calendario programado por la Federación para este inicio de año nos deja un enero trufado de partidos (hasta 9 se podría jugar en solo 28 días) y, a esta hora de la noche del viernes, es hora ya de pensar en el Bernabéu, que vuelve la Liga después del parón navideño.
Dura prueba, dificilísimo obstáculo el que debe saltar el Real Zaragoza en Madrid frente al todopoderoso Real de Schuster. Es la historia de siempre en este estadio, pero cuando el equipo merengue pasa por buenos momentos, como es ahora el caso, todavía se acentúa más la sensación de que va a ser casi imposible sorprenderles en Chamartín. Hay que bordarlo, que ellos tengan un mal día y, además, que el árbitro de turno (Iturralde esta vez) no tenga la tarde caprichosa.
Tras la pausa de fin de año, después de 15 días de distanciamiento, el Zaragoza afronta su calvario liguero. Ese que le tiene sumido en un bache profundo y peligroso con dos meses y medio casi sin conocer la victoria. Valladolid, Betis, Getafe, Huelva, Espanyol, Coruña y Valencia lo han impedido. Son siete jornadas sin ganar, consolo 4 puntos sumados de 21 disputados, que hacen que este domingo, si el Zaragoza no da la sorpresa y puntúa en la Castellana, pueda quedarse muy cerca, rozando ya, los puestos del descenso. No es colchón seguro estar tan solo a 3 puntos de la zona roja de la tabla, la que lleva en mayo a Segunda. Pero ahí se ha metido por méritos propios este Zaragoza que, a estas horas, respira un poco mejor gracias al oxígeno que supuso anoche el pequeño milagro de la Copa (consumado ante un débil Segunda B como el Pontevedra, lo que lo hace severamente preocupante por muchas otras cosas ajenas a la parte positiva del caso).
Mientras el equipo prepara y piensa, con cierto temor, en cómo va a salir esta aventura madrileña el domingo, el día nos ha dejado una ventana a la esperanza por la vía copera. El atolondrado triunfo de ayer ante los pontevedreses ha hecho que, con el nuevo formato de la Copa, el Zaragoza esté en octavos y conozca ya hasta su posible rival en cuartos de final si pasase.
En octavos ha correspondido jugar frente al Racing de Santander. Y, si se le elimina, en cuartos aguardará el vencedor del cruce entre Athletic de Bilbao y Espanyol. El sorteo, hecho a modo de cuadro de open de tenis, permite ver el callejón que le ha correspondido transitar al Zaragoza camino de semifinales y observar que, sin duda, es el mejor, el más sencillo, o, si lo preferís, el menos complicado. En este camino no están ni Madrid, ni Barça, ni Atlético, ni Valencia, ni Sevilla, ni Villarreal... El Espanyol y el Racing, las dos revelaciones de la Liga, pero, a priori, equipos accesibles para un Zaragoza en forma o, al menos, muy mejorado respecto de lo que hemos visto hasta ahora desde agosto, podrían y tendrían que poderser eliminados por los aragoneses. En caso de sorpresa en el otro duelo, el Athletic bilbaíno es hoy en día un rival menor. Es decir, que por la Copa se abre otra vía ilusionante que da algo de luz nueva a este deambular zaragocista por la campaña 2007-08.
De momento, la cita primera es Madrid. Todo un examen para el equipo. No caben más catástrofes en partidos de este pelaje, como sucedió en Barcelona o en el campo del Atlético de Madrid. Se podrá perder, es lo lógico, pero dando la cara y sudando la camiseta. El triunfo ante el Pontevedra debería de venir como vitamina extra para el grupo. Si la jornada no se diera propicia (es un riesgo esta vez más serio que otros días), quizá nos asustemos todos un poco más mirando la tabla. La tarea quedará para las siguientes semanas de enero. Frenéticas.
Nada digo del entrenador. Ni de algunos jugadores. Ni de los dirigentes. Nada digo, porque nada ha cambiado. Ni con el paso de las vacaciones (como dijo Agapito tras empatar ante el Valencia, a Víctor no lo vamos a echar hasta 2008 porque no hay partidos hasta entonces), ni con la balsámica clasificación copera ante un Segunda B la cara del equipo ha cambiado de color ni sus males de síntomas.
Vienen días muy interesantes de ver y analizar. Ojalá que 2008 haya sido la causa del cambio de suerte, de la llegada de la inspiración y, sobre todo, de los resultados. Sin ellos, las palabras ya no tienen casi valor para nadie.

2 de enero de 2008

Una final para el equipo y el club en el que todo sigue igual y no pasa nada

Así es. Este 3 de enero de 2008 devuelve a La Romareda el olor de las noches cruciales, de los partidos con carga emotiva añadida. El Real Zaragoza-Pontevedra de este jueves es, increiblemente, un duelo decisivo (en caso de derrota) para el devenir del cuadro aragonés.
Es la vuelta de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey. El rival, aunque sea un histórico, es desde hace décadas un equipo de segundo o tercer nivel. Ahora mismo milita en Segunda B, dos categorías por debajo del Zaragoza. Aun así, fue capaz de ganar 1-0 a los blanquillos y llega a La Romareda con la eliminatoria a su favor, obligando a los chicos que dirige Fernández a remontar si no quieren caer ridículamente a las primeras de cambio en el torneo copero.
Dos circunstancias anímicas y ambientales juegan en contra del Zaragoza y de sus protagonistas. La primera, que está abierta y todavía supura la herida que, en un partido muy similar, generó el Aris Salónica griego en el brevísimo paso por la UEFA de la escuadra zaragocista. Se había perdido 1-0 en campo heleno (el Aris era, según lo definió su ex entrenador, el mequinenzano Juan Carlos Oliva, un rival asimilable a un Segunda B español). Y en la vuelta, el "gran" Zaragoza montado en verano a golpe de talonario y a imagen y capricho de su entrenador en líneas generales (9 caras nuevas le trajeron y otras tantas bajas se concedieron) confió en remontar sin reparar en que la sorpresa podía darse. Un gol tempranero de Oliveira, que igualaba el cruce, todavía dio más alas a la confianza blanquilla y la inesperada catástrofe corneó mortalmente al Zaragoza en la recta final del partido con un gol del español Javito, modesto chaval que llegó a Salónica del Barcelona B de Segunda B meses antes). Este partido ante el Pontevedra tiene un boceto previo muy parecido. Tanto, que provoca recelos.
La segunda circunstancia, mucho más general, radica en la grave crisis de resultados, juego e identidad interna que padece el equipo desde que en octubre logró ganar su último partido. Son ya 8 choques seguidos sin victoria. Una increible travesía del desierto que ha dejado al equipo a solo 3 puntos de los puestos de descenso de la Liga y dando gracias a que este año la competición está más igualada que nunca y los efectos nocivos del bache no han sido más llamativos por ello.
Además, el deterioro de las relaciones internas en el vestuario y en el propio club, a causa del rozamiento que provoca siempre una trayectoria errática en cualquier empresa, ha ido emergiendo paso a paso ante los ojos de la gente, sin que las barreras que en el club se querían poner desde hace meses hayan sido capaces de aguantar el peso de los acontecimientos.
Total, que a mitad de curso, en el inicio de enero, el duelo copero de hoy no admite un solo error. Hay que ganar, y por dos de diferencia. Algo atípico este año en el Zaragoza, aunque los rivales de enfrente hayan sido menores o muy menores. Por eso hay tanto miedo y tantas dudas.
Pero, de manera llamativa, nos hemos metido en estas circunstancias con un estado de evasión de la realidad sin precedentes. El zaragocismo parece narcotizado respecto de situaciones similares en la historia. Eso, por un lado, tiene la lectura positiva de que no se desean solucionar los problemas a base de algaradas o broncas mayúsculas. Pero, por otro, provoca interrogantes sobre el prisma con el que mucha gente observa lo que acontece.
Víctor, señalado fuera y dentro del club desde hace semanas, aguanta estoicamente carros y carretas con un discurso a veces alucinógeno. No se gana desde hace más de dos meses pero hoy se permite el lujo de decir que "estamos en el camino correcto" (es solo una perla, la ultima de decenas). Los dirigentes se esconden como nunca sin el más mínimo rubor sin que muchos de los más beligerantes en épocas pretéritas recientes les reclamen actuar. Algunos rectores que quieren empezar a tomar posturas más extremas, son frenados en seco por vectores que llegan desde el exterior del club.
En fin, que como lo del Pontevedra no es un partido de Liga y la solución final al envite se sabrá en la misma noche de este jueves, hoy, o se saca la cabeza del barro para respirar mínimamente a través de un triunfo que sirva (si no es por dos goles, será sinónimo de derrota) o se lleva al Zaragoza a una nueva y estruendosa catástrofe deportiva y económica. Esta noche no cabrán paños calientes, aunque este sea el club en el que nunca pasa nada.
Todo un reto para entrenador, jugadores (sin el díscolo y polémico D'Alessandro otra vez, por cierto, del que habrá que hablar muy pronto) y también para dirigentes e incluso aficionados. Este Zaragoza-Pontevedra no admite errores. No entra dentro del mismo saco que el Valencia, Deportivo, Espanyol, Huelva, Getafe, Betis o Valladolid. Lo de hoy, si no se acaba con nota, puede concluir en un incendio. Eviténlo, por el bien de todos.