29 de abril de 2008

Sube el nivel del agua

Escena de "La aventura del Poseidón". El transantlántico, volcado indefectiblemente por la fuerza de una ola de más de 30 metros en mitad del Mediterráneo se ha invertido. El techo es ahora el suelo y viceversa. El agua lleva entrando varias horas por las múltiples vías que se han abierto tras el letal accidente causado por un maremoto. Varios pasajeros están atrapados y aturdidos por el brutal impacto que ha puesto al barco totalmente al revés. El agua va subiendo poco a poco de nivel en la parte inferior del interior del casco. El plano enfoca a una de las protagonistas que, inmóvil de pies para abajo, observa histéricamente como el ras ya le supera la barbilla. En apenas unos minutos el agua le entrará en la boca. Quienes intentan ayudarla, son incapaces de soltarla del atolladero en el que se halla atrapada bajo el nivel del agua marina que cubre todo un gran salón. Y, si no lo logran, la malherida tendrá una muerte segura, en el momento en el que el agua alcance la altura de su nariz. Son varios minutos de suspense, de desasosiego para el espectador, para quien observa y vive este oscarizado largometraje (1972) desde su butaca o sofá. Es una de esas escenas que a uno se le quedaron grabadas para siempre desde niño cuando vio esta joya del cine de catástrofes.
Algo así está viviendo el Real Zaragoza desde hace muchos días. Y, con él, todos los que, desde fuera del campo, están intentando tirar del equipo hacia afuera del ahogamiento que, milímetro a milímetro, anuncia su desenlace por la próximidad fatal de la falta de oxígeno a las vías respiratorias del cuadro blanquillo. Hace muchos meses que la ola gigante volteó a este proyecto, aunque a muchos les costase darse cuenta de la gravedad del accidente de temporada que se estaba produciendo. A los pasajeros del Poseidón también les pilló de improviso el vuelco de su lujoso barco, en plena celebración de la Nochevieja, borrachos de felicidad en un viaje de lujo que advertía experiencias selectas para los ricos y nuevos ricos que en el buque viajaban. No se enteraron de lo que realmente pasó hasta que ya era muy tarde para la inmensa mayoría de ellos. El capitán hizo sonar las sirenas de alarma cuando advirtió el maremoto, pero la gente confundió el aviso con la celebración de la llegada del nuevo año.
Ahora, los verdaderos protagonistas de la historia de supervivencia del Real Zaragoza están siendo los seguidores, los abonados, los forofos que, como siempre, acuden incondicionalmente y se sacrifican por envolver al equipo con el mejor de los ambientes a ver si, así, consigue ganar los puntos que durante todo el año se ha dejado por el camino de forma lamentable ante la complacencia de muchos invidentes de la ola que venía. Esos protagonistas ajenos al puente de mando, ajenos a la tripulación de lujo del paquebote que, en centenares, viaja, grita, llora, siente los colores como nadie.
El problema es que ellos no marcan goles. Ni los salvan. Solo pueden cantar, animar, estar presentes. Incluso cuando hasta hace mes y medio han estado en un segundo plano por la prepotencia de los mandos, por encima del bien y del mal a pesar de que el barco se les hundía entre las manos por su mala administración.
En el Poseidón, hay unos pocos supervivientes al final del largometraje. El barco se hunde, pero no todo desaparece con él. Al fondo del mar se va uno de los barcos más lujosos de la historia (historia muy parecida a la del Titanic), pero hay vida tras el naufragio. Poca, pero la hay. In extremis, es posible realizar un mínimo rescate. Amén.

26 de abril de 2008

El Real Zaragoza, a los pies de Montjuic

Jueves, viernes, sábado... y domingo. El Real Zaragoza ya está en Barcelona, alojado en la impresionante Plaza de España que es antesala de las fuentes de Montjuic, del Palacio Nacional, de la avenida de la Reina Maria Cristina, de la montaña olímpica donde mañana se juega 3 puntos vitales para su supervivencia en la Primera División del futbol español. Atrás quedan 48 horas en El Montanyà, un hotel de la sierra de la Cataluña interior donde, a 66 kilómetros de la capital barcelonesa, el equipo aragonés ha llevado a cabo una concentración extraordinaria en busca del mejor de los ambientes para afrontar un examen de tanta responsabilidad y calado para el futuro de la entidad.
Desde las ventanas de los pisos altos del Hotel Plaza se divisa al fondo el estadio Lluis Companys. Su majestuosa fachada, sus alrededores verdes rubricados por el pirulí de telecomunicaciones que acabó siendo uno de los logos de los Juegos Olímpicos de 1992, con su forma curva que dibuja el arranque de una espiral. Ahí se juega el Zaragoza 3 de los únicamente 15 puntos que le restan a esta Liga que ya vive sus últimas etapas, las decisivas. Será un duelo tenso, lleno de nervios previos, de emoción en la grada (con más de 2.000 zaragocistas animando a su equipo sin desmayo).
El Real Zaragoza está mentalizado al máximo. Los dos días en Seva, a pies del Montseny, han cargado las pilas de los futbolistas. Manolo Villanova está contento por la respuesta de la plantilla y es optimista. Al menos eso nos cuenta a quienes estamos siguiendo el día a día (el minuto a minuto) del plantel. La salida del ambiente rural del monte y la llegada a la ruidosa y vertiginosa ciudad advierte que el momento de la verdad ya se acerca. Los futbolistas están algo huidizos, quieren soledad. El triunfo ante el Recreativo de hace 7 días vino muy bien para cortocircuitar la sensación de catástrofe que empezaba a agobiarles, pero saben que -en el fondo- el riesgo de caerse a Segunda División sigue siendo muy alto si no rinden muy cerca de la perfección en las cuatro semanas que restan.
Las sensaciones que se perciben en estas primeras horas en la capital barcelonesa (hemos llegado a las 13.30 desde El Montanyà) son parecidas a las previas de una final. La larga concentración así lo favorece. Todo el mundo sabe que este no es un partido cualquiera. Que es ganar o, de nuevo, tener la sensación de morirse poco a poco.
Villanova ha ensayado esta mañana en Seva con el equipo titular de mañana. No hay nada que esconder porque tampoco hay demasiadas alternativas con las que dudar. Matuzalem vuelve al once inicial tras cumplir su sanción ante el Huelva y Chus Herrero será el sustituto de Ayala, que esta vez es el castigado por los comités. Por lo tanto, mañana veremos un Zaragoza con César en la portería (su mano izquierda está mejorada tras el susto de ayer viernes); Zapater, Sergio Fernández, Chus Herrero y Paredes en la defensa; Gabi, Celades, Matuzalem y Aimar en la línea de centrocampistas; y Sergio García y Oliveira en el ataque.
Ellos tendrán que cumplir con el reto: ganar al Espanyol en su campo, es decir, fuera de La Romareda, ahí donde el Zaragoza no vence desde el 31 de octubre (hace 6 meses, medio año). Ahora, eso es lo de menos. Nos va la permanencia en Primera y es perentorio vencer donde sea.
En la concentración del equipo en Barcelona no se habla de otra cosa: la victoria. A ver si, esta vez, son capaces de hacerla realidad con hechos por encima de las palabras. El año pasado, recuerdo, fue aquí donde se obtuvo el último triunfo a domicilio de la campaña. No es una mala referencia.

20 de abril de 2008

Aire. Y a seguir sufriendo

El Real Zaragoza ha cumplido con el plan de mínimos establecido durante la semana pasada para poder salvar la categoría dentro de 28 días. La victoria ante el Recreativo de Huelva, obligada si no se quería firmar más de media defunción del equipo aragonés rumbo a Segunda, se hizo realidad anoche. Como ya se tenía asumido, sumar estos tres puntos no era más que salvoconducto para seguir respirando. Nada más (y nada menos). Vencer al Recre era alcanzarle en la tabla, colocarse en el ras de la supervivencia después de dos semanas ahogándonos en la zona roja de la tabla, la mortal de necesidad. Y el Real Zaragoza, gracias a Dios y a la fortuna, lo logró con solvencia por 3-0. En esa igualdad a puntos, en ese aferrarse al último vagón de la vida, el equipo aragonés queda momentáneamente fuera de los tres puestos electrificados gracias a que ganó el golaveraje a los onubenses. A partir de ahora, en estas 5 últimas jornadas que restan, cada vez que haya igualdad con el Recre será el Zaragoza el que esté por encima por ese mejor diferencial goleador.
Hay que seguir mirando a los que están por encima, todavía al alcance de la mano, por si en los últimos 15 puntos que restan por disputar a partir del próximo fin de semana, aún hubiese opciones de meterlos en el lío de la salvación. Pero, el Zaragoza, no debe perder demasiadas fuerzas en analizar a los adversarios directos. Es él su principal problema.
Necesita por lo menos dos victorias más y un empate para lograr la cifra estimada para rubricar la salvación. Y quedan 5 partidos. Por eso, este choque ante el Recre no era una final. En las finales, el que gana logra su objetivo. Y el Zaragoza, que ganó claramente anoche, no ha logrado su objetivo con ese triunfo. Ni siquiera se ha aproximado. Le falta mucho que remar.
Espanyol, Deportivo de La Coruña, Valencia, Real Madrid y Mallorca son sus estaciones, sus retos, sus paradas para repostar puntos. De nada servirán los tres añadidos ayer a su cuenta ante el Recre si no es capaz de sacar la renta necesaria en este duro camino que le falta para cumplimentar este campeonato 2007-08 que ya está en sus estertores.
Hay vida. Es lo mejor que sacamos anoche como conclusión. El equipo no está en coma. Ha dado síntomas de andar moribundo desde hace varios partidos; ha parecido tener algún paro cardiaco por momentos. Pero este perentorio arreón consumado cuando la vida ya le iba, nos hace pensar, rogar, rezar, soñar... con que todavía es posible agarrarse a la Primera División. De momento, se ha salvado un "match-ball" que tenían nuestros rivales para mandarnos al infierno. El Recre no pudo ganar en La Romareda, lo que hubiera sido casi definitivo. Ni siquiera anduvo cerca del empate, que también hubiera dejado al Zaragoza medio roto y sin capacidad de maniobra. El Recre fue tumbado en el estadio municipal y los blanquillos han tomado aire para creer, aire para respirar sin fatiga durante al menos una semana.
Pero nos quedan 28 días de sufrimientos. Este triunfo ante el Recre puede ser efímero si el domingo que viene no se encadena con otra victoria, la que hay que lograr por obligación en Montjuic ante el Espanyol. Es obligación porque, cuanto antes se hagan los deberes en la desesperada situación que vive el Zaragoza, será mejor y evitará riesgos accesorios provenientes de terceros. El Recre recibirá al colista Levante en Huelva. Los onubenses son favoritos para ganar 3 puntos más. Si el Zaragoza no hace lo que hagan ellos, volverá a caer al pozo del descenso y solo quedarán 4 jornadas. Y de nuevo no se dependerá de uno mismo, que es otra gran lectura que se puede sacar tras el 3-0 de anoche. El Zaragoza vuelve a ser dueño de su destino.
Por fortuna, y después de casi dos meses sin dar la talla ni cumplir con el plan de mínimos, los zaragocistas lo consiguieron hacer anoche. Menos mal. Ojalá sea el principio de una milagrosa recuperación que hasta hace unas horas parecía una quimera.

16 de abril de 2008

El último mes

La Liga 2007-08 se acaba el 18 de mayo. Si el último partido se adelanta al sábado, será el 17 de mayo. Es decir, que uno mira el calendario, y entramos de lleno en el último mes del curso.
Llega la hora de la verdad para todos. Los de arriba, por el campeonato, la Liga de Campeones y la UEFA (¡qué envidia!). Los de la mitad de la tabla, por buscar una última opción de meterse en Europa o, en algunos casos, pelear por jugar la Intertoto (ya en extinción). Y, en la parte sur de la clasificación, este año hay dos bloques. Uno, con dos vagones descarriados (Levante y Murcia) que ya cuentan con su descenso a Segunda División. El otro, con varios equipos afectados, jugándose la vida a cada segundo porque la tercera plaza que lleva a la división de plata está abierta para todos ellos. Y ahí, lamentablemente, el que más números lleva a solo 6 jornadas para la conclusión de la pelea, es el Real Zaragoza. Así de crudo y así de triste.
Es un último mes con las páginas en blanco. Queda todo por escribir, todo por fraguar. Por más que haya miles de sensaciones, centenares de previsiones, decenas y decenas de situaciones que se pueden imaginar, nadie está en disposición de aventurar qué y cómo va a suceder dentro y fuera de este Real Zaragoza agonizante. La situación es tan desesperada que apenas queda tiempo y espacio para calibrar la envergadura de lo que hay en juego. Solo se piensa en ganar el próximo partido (y no se sabe bien la forma, porque la esperanza es bien escaso visto el juego del equipo). No es posible trabajar en las líneas habituales de labor que un año normal permitiría a estas alturas: fichajes de futuro, traspasos vitales para la arcas del club, organización de la pretemporada (este año, incluso, la contratación de una post-temporada para cubrir las muchas fechas libres que deja el prematuro final de Liga a causa de la Eurocopa).
Todos atados de pies y manos. Todo el mundo capado en sus funciones básicas. Si el equipo no remonta y se va a Segunda, llega el caos. Hay pavor. El último mes va a ser un sinvivir permanente. Si se va ganando algún punto, por la incertidumbre de saber si se llegará a tiempo de rectificar, y si el descalabro se consuma con antelación, porque el lío socio-económico-político que se va a organizar en la ciudad y la región va a ser algo sin precedentes.
Es el último mes de Liga. Eso seguro. Pero es posible (en algún caso está cantado) que vaya a ser también el último mes de algún dirigente y alto ejecutivo en esta película llamada Real Zaragoza. Se acabó el crédito. Ya no hay quien se crea a algunos personajes, que han quedado totalmente destarifados pase lo que pase al final.
Es el último mes y, a partir de ahora, aunque sea imposible sacar cinco segundos para pensar en otra cosa distinta a lo que no sea ganar al Recre, al Espanyol, al Deportivo, al Valencia, al Madrid o al Mallorca (es lo que queda), estoy seguro (lo sé) que hay alguien haciéndose preguntas en voz baja de este cariz: ¿A quién podemos poner de accionista mayoritario en un futuro? ¿Quién podría ser el nuevo presidente? ¿Quién hará los fichajes del año que viene? ¿Cómo damos forma a la salida del club de Pardeza y Herrera? ¿Quién podría sustituirles? ¿Cómo cambiamos la cara de este proyecto estrellado para que la gente vuelva a creer en él? ¿Con qué manos y pies tapamos los agujeros de credibilidad y solvencia que se nos han abierto en esta lamentable campaña? ¿Qué efecto y qué reacción causaría el que se apelara a la quietud y se decidiera no mover nada y a nadie y salir el año que viene con las mismas caras en los mismos puestos? ¿Lo soportaría la ciudadanía?
Es el último mes de curso. Los 30 días donde los políticos, en sus campañas o en sus crisis de gabinete, suelen siempre decidir sus listas, sus repartos de cargos, sus sustituciones en los puestos de confianza, sus procedimientos de lavado de imagen, sus nuevos "eslógans"... Al final, como serán ellos los que muevan las fichas de esta partida de ajedrez que comenzó hace dos años, el mecanismo lo tienen trillado. Les saldrá solo. Será en este último mes.

9 de abril de 2008

Amar en tiempos revueltos

Qué difícil es establecer el equilibrio futbolístico respecto del equipo de tus amores en momentos como los que concurren en estos momentos en el Real Zaragoza. Da igual el papel que desempeñe cada uno de los protagonistas. Es lo mismo ser un anónimo seguidor, que un febril forofo, que un veterano abonado, que un pausado accionista, que un analista por obligación periodística, que un dirigente con cara y nombres públicos, que un futbolista de la plantilla profesional que está al borde del descenso, que un político de alto rango de la comunidad autónoma, que un empresario de la construcción que observa el balompié con las ansias propias de su capacidad inversora, que...
No importa el rol, ni el grado de implicación que cada uno tenga en el negocio en el que se ha ido convirtiendo el mundo del fútbol con el paso de las décadas. Da igual que alguien lleve 70 años yendo a ver a tu equipo cada domingo. O 60; o 50; o 40; o 30; da igual que sean 20 los años de veteranía, o que sean 10; es lo mismo que, como en el caso de algún pope del presente, su zaragocismo haya surgido en la madurez y hace solo año y medio.
Al final, para todos los componentes de este heterogéneo grupo de interesados por el presente y el futuro del Real Zaragoza, es muy complicado actuar con calma y mesura cuando se ve tan cerca un fracaso estrepitoso que puede matar a la entidad y que podría romper con muchísimas décadas de esfuerzos, ilusiones, sueños, romanticismos, risas, llantos, emociones y mil sentimientos más que son personales e intransferibles de cada uno de los zaragocistas vivos y de los que ya murieron.
Amar en tiempos revueltos (gran título de novela televisiva que jamás vi) siempre ha implicado inconvenientes y trabas propias de un conflicto con efectos secundarios. Cuestiones de ideologías, de intereses económicos, de fracturas sociales, de peleas familiares... se inmiscuyen en el camino principal del amor entre dos elementos. En este caso, no se trata de una pareja, sino de un equipo de fútbol y cualquiera de sus miles de simpatizantes que viven en Aragón o en la periferia.
Cuesta escuchar y leer opiniones de algunos de ellos (ha ocurrido esta semana, en las últimas 72 horas), fruto del desencanto provocado por el desastre generalizado que está siendo el último año, en las que afirman que "ojalá bajen a Segunda para que quienes mandan se vayan y queden señalados como verdaderos culpables". Uno piensa que eso no se puede decir con absoluto convencimiento y que, más bien, es consecuencia de un hastío brutal que, a los más débiles de personalidad, a los más resabiados, a los más contrarios al poder establecido por cuestiones que se refieren a los "tiempos revueltos" que se viven en el club tras la marcha de Soláns, les abocan a situarse en un estadio límite que traspasa la frontera del amor y el desamor, esa que -dicen los expertos- está separada solo por un paso.
En el desencanto global, surgen las algaradas, las protestas sonoras, los insultos, las pañoladas. También las acusaciones en distintas direcciones. Todo el mundo quiere ser el más zaragocista del universo, muchos intentan marcar el baremo de qué es ser zaragocista y qué es no serlo en estos momentos. Aparece un fantasma sobre las cabezas de miles de amantes del equipo que pretende salvaguardar su cariño a la entidad pese a que el cuerpo y la mente les incite a la dura crítica y a pedir dimisiones y destituciones para saciar su hambre de justicia por tanto destrozo como se está haciendo con su equipo y con su masa social.
Es tiempo en el que proliferan las discusiones, los cruces de palabras, los enfados, las palabras retiradas, los escasos aguantes ante opiniones que chocan con la propia.
Es, en definitiva, el colofón a una crisis lenta pero inexorable que, como ha pasado varias veces a lo largo de los 75 años de historia del Real Zaragoza, terminará en catarsis tarde o temprano.
Y para ello, a pesar de lo que digan los más escorados en sus sensaciones a flor de piel tras el 0-3 del domingo ante el Betis, no hará falta que el equipo baje a Segunda. Otras veces, y esta es muy posible que también, el equipo se ha salvado in extremis y el legrado interno ha llegado por obligación. Simplemente porque, lo que quede de proyecto, tendrá credibilidad cero. Nada de nada. Ni como entidad, ni en cada uno de sus protagonistas.
Por eso, aunque amar en tiempos revueltos al Real Zaragoza sea harto complicado, habrá que intentar hacer un esfuerzo común por mantener la calma, la distancia de seguridad con el de al lado y la mesura en las palabras durante los 40 días que restan de Liga y soñar en que, a partir del 19 de mayo, la paz, la justicia y la reconstrucción de lo que quede se pueda seguir haciendo en Primera.

3 de abril de 2008

No dispersarse, no cometer el error un millón

Una luz en medio de la confusión. Eso es lo que necesita ahora mismo el Real Zaragoza y, la única opción que tiene de encontrarla, es ganarle el domingo al Betis en La Romareda. El único generador luminoso, cuando las tornas se vuelven tan turbias como lo han hecho en los últimos meses, son los triunfos.
Lo demás, ahora, parece tan accesorio y ridículo como inútil e irrelevante. La desesperación devalúa elementos que hasta hace nada eran de profundo calado. En medio del caos mental y del agobio general, solo sirve ganar partidos. Lo único válido ahora mismo es que jugadores y técnicos sean capaces de sacar adelante tres o cuatro de los ocho que quedan para el final.
Por eso, estamos ante mes y medio dificilísimo de atravesar salvo que, esos tres triunfos perentorios, lleguen de inmediato en los primeros tres partidos que aparecen en el horizonte (Betis, Getafe y Recre).
Por más que suenen raros determinados cambios de chaqueta, por más que las caras largas de los grandes culpables de este deterioro brutal sean cada vez más constantes y desagradables, por más que el tiempo de los dedos índices asome tras la esquina, por más que las ganas de pasar factura por parte de algunos de los desesperados pasen a primer plano del día a día... por más que todo eso vaya fluyendo por propia naturaleza humana con el paso de las horas, lo único que ahora es útil es ganar. Básico será no cometer más errores de bulto de los que ya se acumulan en esta temporada llena de trampas y socavones.
Así pues, que todo el mundo, en la medida de lo posible y de su responsabilidad, ponga los cinco sentidos (quien los tenga o sepa utilizarlos, que algunos están capados de alguno fundamental) para ganar al Betis.
Lo demás, pase lo que pase, no entra en vigencia hasta el 19 de mayo. Un día importante para el resto de la vida. Como todos.