No es de Perogrullo. El fútbol, lo que ocurra en el campo durante 90 minutos cada siete días, parece que es la única sujección que tiene ante sí el actual Real Zaragoza. De vuelta de vacaciones, tras volver a pulsar el día a día de muchos miembros de eso tan impersonal pero tan grande e imposible de escriturar que es el ZARAGOCISMO (sí, con mayúsculas), tengo la sensación de que el grado de credibilidad de los actuales rectores del Real Zaragoza tras la marcha de Soláns está cada vez más cercano al nulo.
En 25 meses, de la esperanza se pasó a la decepción. De la decepción a la preocupación. De la preocupación a las dudas. De las dudas a las certezas. De las certezas a la desconfianza. De la desconfianza al rechazo. Y de ese rechazo, moral en unos casos, efectivo en otros (más de 8.000 abonados -muchos, viejos accionistas- no han renovado su carnét), se ha llegado a un estado real de falta de fe en quienes rigen la nave. No es una opinión, sino el traslado de una percepción que muchos zaragocistas, de todo tipo de origen y pensamiento, me estáis haciendo llegar de una u otra forma a lo largo de los últimas semanas. De veras que no hallo prácticamente nadie que encuentre suelo firme a la actual situación del club. ¡Qué tremendo ha sido el descenso a Segunda División y todo lo que ha venido después!
Por eso, me genera respeto lo que pueda venir de ahora en adelante. Mucho respeto. Y pienso que, como siempre, el balón va a tener mucho que ver en la posible (si es que es posible) reconducción de los sentimientos, los pareceres y las opiniones. Esas que ahora, de manera abrumadoramente mayoritaria, viajan con gesto ofendido a través del medio ambiente del zaragocismo respecto de los principales protagonistas de lo que, a entender de todo el entorno del equipo y la SAD, es una catástrofe.
El mal ambiente solo lo pueden arreglar los resultados. La deteriorada y socarrada ilusión de la afición solo puede rebrotar muy poco a poco a través de una buena clasificación y mediante la percepción de que el ascenso en un solo año a Primera es una posibilidad cierta y realizable. Ni Agapito, ni Bandrés, ni Herrera, ni Porquera, ni Prieto, ni Bello, ni Checa, ni Gómez de la Fuente, ni el inerte Consejo de Administración que tiene esta sociedad, ni De Miguel, ni Sol, ni Ramos, ni los médicos, ni los fisioterapeutas, ni los nuevos de márquetin y ventas a los que no les podemos poner nombre porque son anónimos, ni los altos cargos de la DGA que siempre pulularon detrás de las cortinas desde el cambio de timón llevado a cabo en mayo de 2006... nadie de ese maremágnum en que se ha convertido el organigrama y el mecanismo interno del Real Zaragoza post-Soláns me parece que está capacitado ni legitimado en estos momentos (y quizá ya no lo esté jamás) para convencer a nadie, ni al más optimista y confíado de los seguidores, de que las cosas se hacen con un poquito de sentido común, de afán colectivo o de lógica futbolística.
Y, lamentablemente, los cuatro primeros resultados del curso han salido mal. Es decir, de todos los escenarios posibles, el equipo se ha metido de entrada por uno que no es bueno. Dos derrotas y dos empates dolorosos (en ambos se iba ganando hasta el final); y una eliminación en Copa. De este modo, la única esperanza de que el Real Zaragoza sea capaz de revivir a corto plazo, la que provoca el fútbol puro y duro, de momento no marcha bien tampoco. Por ello, la situación podría tornarse en peligrosísima de no mediar un cambio radical en esta tendencia.
El apartado futbolístico es lo único que puede variar. Para ello, es necesario entrar en la senda de las victorias ya mismo. El resto de las cosas, incluida la famosa operación acordeón todavía inconclusa y de la que sabemos poco, es la que es y no tiene pintas de cambiar para bien. Así pues, todo tiene visos de seguir parecido, con los mismos protagonistas en el machito, con las mismas caras, los mismos gestos, el mismo 'estilo', la misma filosofía de club.
Así que hay que rezar porque, en estos dos partidos seguidos que el calendario pone ahora en La Romareda, el equipo que dirige Marcelino reaccione ya y sea capaz de ganar al Elche y el Murcia. Si se suman estos 6 puntos y, por tanto, se llega a los 8 de los 15 disputados en la jornada 5ª, las cuentas empezarán a verse de manera aceptable. Cualquier otra opción (4, 3, 2 ó 0 puntos), nos llevará a un terreno pantanoso y movedizo que mejor no pisar.
Dadas las circunstancias, de dónde venimos y hacia dónde vamos, el momento que atraviesa el Real Zaragoza en este balbuceante arranque de curso parece presentar un diagnóstico serio y muy a tener en cuenta: Todo lo que no sean capaces de hacer Marcelino y su heterogéneo grupo de futbolistas cada jornada en los partidos que marca el adusto calendario de la Segunda División, no lo van a aportar el resto de elementos, piezas (vaya con algunas) o niveles del club, entidad, sociedad anónima deportiva o tinglao, llamémoslo cada uno como prefiera.
Así que cada uno valore lo que tiene que hacer y cómo debe actuar. Los papeles parecen bastante definidos en esta dura travesía del desierto que acabamos de iniciar todos juntos. Que lleguemos al oasis final es menester.
19 de septiembre de 2008
El fútbol, la única sujección del Real Zaragoza
Publicado por Paco Giménez a las 12:41
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1 comentario:
Primero tengo que decir que soy unos de esos 8000 con los que el ¿presidente? Bandres no se quedaria, segun unas declaraciones suyas hace no mucho tiempo. Y lo digo con la cabeza bien alta pues sé que la razón que hace que no renueve mi carnet es superior a los lamentos y al daño que me causara pasar por la Romareda y no aguardar fila para entrar a ocupar mi sitio en las gradas.
Señores no podemos tolerar que un paleto-nuevo rico se haga con NUESTRO club e hinche de directivos y demas puestos administrativos que el gobierno de turno en la DGA le diga. Ha quedado demostrado que no saben ni pueden manejar un club como el Real Zaragoza. Y puesto que desgraciadamente, el Zaragoza no es como Madrid o Barça, en donde sus abonados tienen derecho de voto y se les involucra en cierta manera en la gestión del club, la única solución y via que tenemos para demostrar nuestro enfado y desaprobación hacia la ¿gestión? que estan haciendo la dupla Agapito-Bandrés es la renovación o no del carnet de abonado, que se convierte entonces en la asamblea anual del Zaragoza. Por eso no he renovado y por eso espero poder hacerme de nuevo abonado dentro de no mucho, lo que significaria que se han hecho las cosas bien, aunque y que quede bien claro, los resultados no acomopañen y el Zaragoza este de nuevo en Segunda.
Un saludo y aupa Zaragoza.
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