No es precisamente alegría lo que se respira en el ambiente zaragocista en el Hotel Elba de Almería. Tampoco tristeza, por supuesto. La victoria del domingo ante el Villarreal ha sido providencial para amortiguar muchas cosas sobre las que no hace falta reincidir. Es un estado de calma tensa. Calma, sí, pero tensa. No ha venido Agapito, ni tampoco Bandrés (parece ser que tiene una reunión en Madrid y que, si puede, llegará a la hora del partido, pero nadie lo asegura). El único consejero que ha acompañado al equipo es Pepe Melero. Tampoco ha venido esta vez Pardeza. Solo está Herrera.
Los jugadores y técnicos han bajado de sus habitaciones a desayunar alrededor de las 9.oo. Algunos, un poco más tarde. El desayuno, compartido en la cafetería central del moderno hotel almeriense con los enviados especiales de la prensa aragonesa y otros clientes, ha sido fugaz, rapidísimo por parte de los profesionales blanquillos. Enseguida, en pequeños grupos o parejas, la mayoría han dado un pequeño paseo por los alrededores. Nada sugerente es esta zona alta de la ciudad, lejos del sabor del puerto o el casco viejo que se encuentra relativamente lejos, así que en 45 minutos, a lo sumo, todos estaban de vuelta a sus habitaciones.
En los sillones del recibidor tan solo han permanecido, leyendo la prensa y charlando, el segundo entrenador Narciso Juliá, el fisioterapeuta Míchel Román, el chófer Paco Peiró, el utillero Fernando Iranzo y, un poco más tarde, se ha incorporado el delegado Juan Morgado. El resto del grupo, todos a sus habitáculos en la planta 2ª. A Víctor Fernández apenas se le ha visto. Está mucho más huidizo que nunca. Quiere soledad, concentración. Herrera se ha ido solo a pasear.
Ahora, alrededor de las 11.30, Sergio Fernández va a acudir al estadio (Iranzo y Peiró irán con el autobús a llevar al vestuario los baúles con el equipaje del equipo y todos los enseres propios para un partido) y realizará una última prueba física para saber si puede jugar esta noche o queda descartado por sus problemas en los isquiotibiales de la pierna derecha. No hay demasiado optimisimo, pero hay que esperar a ver lo que dice el central asturiano. A la vez, Víctor estará muy pendiente de que el Comité de Apelación, que se reune a las 12.oo, le pueda quitar (como parece) la sanción a Pavón y, de este modo, el central madrileño pueda ser titular esta noche ante el Almería junto a Goni. Es un mediodía lleno de incertidumbres y nervios.
Ahora, uno mira la planta baja del hotel, y solo ve al chaval Valero hablando en un sofá con un amigo. Acaban de pasar Goni, Grande y Gotor, los otros tres chicos del filial que están viviendo estas horas en una nube. Es su momento más feliz como jugadores de fútbol. Están con el primer equipo e incluso alguno sabe que va a debutar con seguridad en Primera División. Son los únicos que aportan risas y sonrisas a la expedición. Los demás, serios, distantes, pensativos... quizás concentrados en un partido que saben que puede seguir abriendo las puertas a la normalidad perdida de manera brutal la semana pasada si consiguen ganarlo pero que, si vuelven a tropezar, es posible que sea un nuevo estigma en el dificultoso caminar del equipo por la competición desde que arrancó el curso en agosto.
Por el momento, esta es la fotografía que os puedo hacer de esta mañana almeriense en el hotel zaragocista. Con las montañas peladas al fondo que indican que estamos al lado del desierto de Tabernas, sede preferida del 'spaguetti-western'. Con un viento de Levante realmente fuerte y molesto, aunque cálido, que agita los árboles casi con tanta fuerza como nuestro cierzo.
Me voy a ver el estadio.
31 de octubre de 2007
Horas previas con calma tensa en el Zaragoza
Publicado por Paco Giménez a las 11:05
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