15 de octubre de 2007

Obsesión enfermiza en ciertas partes del club (y alrededores) por el mensaje único

Gobierno total. Control absoluto de los flujos informativos. Enfoque unidireccional de la actualidad zaragocista. Manejo del qué, el cómo, el cuándo y el dónde de las cosas. Y si es posible, hasta del por qué.
Esta es la última enfermedad que se ha instalado en el seno del Real Zaragoza en los últimos meses y que está rayando en la paranoia en los últimos días, quizá en las últimas semanas, de dura realidad deportiva para los entresijos del club aragonés. Alguien está obsesionado por controlarlo todo. Por ser el dueño de la realidad. Por tener la potestad diaria y permanente de dar fe a lo que es verdad y es mentira en el Zaragoza. En definitiva, algo materialmente imposible, pero que alguien está intentando. Personalmente, con sus acciones; y, de manera colectiva, apoyándose en elementos externos e intentando imbuir de su sueño imposible al resto de protagonistas con mando dentro de la entidad.
El gran objetivo es conseguir el mensaje único. Que no haya disidentes. Que se diga siempre lo conveniente, que se dibuje una realidad y un horizonte favorable aunque sea con materiales postizos. Una especie de "reality-show" en el que el Real Zaragoza nunca tenga problemas, jamás manifieste grietas y sea algo así como 'Alicia en el país de las maravillas'. Un mundo feliz en que todo es bonito y positivo, donde no caben los problemas, ni los roces, ni las dificultades.
Este régimen totalitario necesita una comunión total por parte de los múltiples recovecos que componen el club (éste, como todos). Todos han de decir lo mismo, nadie debe disentir, ni siquiera generar la más mínima duda sobre nada. Se pide silencio. Se obliga al silencio la mayoría de las veces. Solo debe haber determinados portavoces oficiales. Que no son precisamente los ejecutores de esta política. Ni mucho menos.
El ideólogo, el promotor está detrás. Oculto (cada vez menos) detrás de una máscara que, en principio, tiende a despistar por pura cuestión de roles. Él (ellos) debería estar para otras cosas. Y, entonces, quizá todo iría mejor en todos los sentidos.
Tenazas para los jugadores. Las cosas de vestuario son sagradas. Nada de filtraciones. Nada de amistades peligrosas fuera del portón de la caseta. Solo las que llevan el uniforme de la causa.
Se reparten manuales de zaragocismo. El buen zaragocista y el mal zaragocista. De repente, hay un juez que decide, unilateralmente y aparecido como un mesías en el año 75 de la historia de esta institución, quién es buen y quién es mal zaragocista. Normalmente, bueno es el que loa lo establecido. Malo, por el contrario, quien no loa. Se le acusa de cien cosas. Se fichan adeptos allá donde sea necesario. La causa ha de tener sustento incluso extramuros. Negativo versus positivo. Se hace uso del valor 'aragonés' como plus de calidad. Cada vez que se dice, un punto. Si no se dice durante dos horas, un punto negativo. Hay que decirlo. Hay que repetirlo. Es como un himno. Un toque de rebato. 'Aragonés'. Bien fuerte.
Si hay que negar un incidente, se niega. Si hay que ocultar un accidente, se oculta. Y si se comprueba con estupor que ha sido filtrado y es de dominio de un ajeno al sistema, se inicia una caza de brujas que acongoje al chivato (-s). Si hay que contraatacar de forma beligerante para marcar territorio, se contraataca. Todo bien orquestado. Mecanismos engrasados, compinchados adecuadamente.
El objetivo, enfermizo, obsesivo, es el mensaje único. Si hay que negar informaciones, se niegan. Si hay que rectificar titulares, se rectifican. Es hacer periodismo desde el club sobre el periodismo. Si hay que despistar al principio para legitimar lo que se vaya a hacer después, pues se despista.
Rizar el rizo como jamás se ha rizado. El único club del mundo que hace contraperiodismo a instancias de un no periodista que pisa el césped todos los domingos y que insta cada día a activar las cosas convenientes y a desactivar (si puede) las inconvenientes. Hay que lograrlo. No puede haber fugas. El club ha de ser un submarino hermético en el que solo entrará la tripulación que desde dentro se decida.
Un lío cada vez más liado que difícilmente puede acabar bien. Los totalitarismos nunca acabaron bien. Y siempre dejaron mucha gente por el camino. Una pena. Una obsesión dañina a cortísimo plazo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y no podríamos saber más? ¿Nombres? ¿Alguien puede explicar los gestos de cabreo en cada partido de Pardeza y Pedro Herrera desde su lugar en e palco?

Anónimo dijo...

El Zaragoza ¿que es? ¿la Cuba de Fidel? ¿O el Chile de Pinochet?
¿Quien es el lunático o los lunáticos que están manejando esto que cuentas?

Anónimo dijo...

Si la pelotica entra no pasará nada. Pero como a la pelotica le de por no entrar, me parece que este año va a terminar como el rosario de la aurora. A Victor Fernandez no le están saliendo las cosas como el año pasado y siempre ha sido bastante malo cuando ha tenido que manejar los vestuarios con el viento en contra. Me parece que muchos jugadores estan rebotados con él y el entrenador tiene que intentar salvarse como sea de las culpas. Escuchando y leyendo a los jugadores en la última semana y leyendo a Víctor en los ultimos dias me parece que se deja entreveer un divorcio claro entre el tecnico y el vestuario. Y si ademas tu nos cuentas estas historias del funcionamiento interno del club, mal vamos a ir salvo que se ganen los partidos y el equipo esté arriba. ¿Por cierto Paco, el ideologo al que te refieres es Víctor?

Anónimo dijo...

Que agonía...
Cuadrilla pesimistas!!!