Que el 2-0 ante el Sevilla no oculte las carencias vigentes de este equipo

Se ganó 2-0 al Sevilla en un partido increíble, cargado de buena fortuna y con un desarrollo futbolístico que se da solo una vez de cada cien que se repitiera. Una magnífica noticia, un sensacional beneficio para una nueva noche cruzada en el juego, torcida otra vez en la calidad táctica y técnica de un equipo que no arranca a pesar de sus individualidades.
Asumida la positiva circunstancia del triunfo final con agrado, los responsables deportivos y directivos del Zaragoza no pueden recrearse en su suerte y aprovechar esta victoria para sacar pecho o emitir mensajes difuminadores de los problemas que arrastra el conjunto. Al contrario, sería muy conveniente que, desde la bonanza que genera en los alrededores del vestuario un triunfo vital cuando más se necesita (el del sábado fue uno de esos), se aprovechase para hacer una profunda autocrítica y, sobre todo, buscar soluciones urgentes. La temporada ya está en marcha, cada vez más encarada, y no admite devaneos ni experimentos en partidos cruciales.
O se aprovecha el viento a favor que generan estos tres puntos para restaurar un equipo muy lejano a lo que todos esperan de él o se estará cometiendo un error imperdonable y, a corto plazo, irreversible.
Victoria contra el Sevilla, sí. Impulso notable en la tabla clasificatoria, sí. No es poco tal y como pintaba la noche después del fiasco de Barcelona. Pero no se puede sacar ni un milímetro de pecho ni reprochar a nadie su actitud crítica en algunos momentos de bajísimo rendimiento y de vergonzosa imagen a lo largo de los primeros partidos del nuevo curso.
Principalmente, jugadores y entrenador tiene la obligación de no regocijarse ni un segundo en el 2-0 frente al Sevilla. Y lo saben.