2 de noviembre de 2007

El equipo feliz, con las caras largas, al que se le notan los pegados

Seis puntos en tres días, con la posibilidad de que sean nueve puntos en siete días, han amortiguado primero, y frenado después, el alboroto y desconcierto al que llegó el Real Zaragoza la semana pasada después de un convulso inicio de campaña. El triunfo ante el Villarreal el domingo pasado, en una tarde de referéndum en La Romareda, y la victoria del miércoles en Almería (la primera en nueve meses fuera de casa), han evitado la progresión de la crisis interna.
Por fortuna para el equipo y sus responsables, el jaleo era (y sigue latente) muy superior al que los números dicen en la tabla clasificatoria. El tiberio que vivimos, una vez se externalizó de la caseta hacia la luz pública, estaba un tanto al margen del volumen de puntos que el equipo acumulaba en la Liga. Una cosa eran los réditos deportivos y otra, más seria y profunda, las diferencias en el grupo humano y laboral. Por eso, símplemente con dos triunfos, símplemente por el hecho de haber logrado, por fin, ganar un partido fuera de casa, el equipo se asoma a las proximidades de la zona noble de la tabla. Son las consecuencias directas de su valor en la Liga: un equipo que en casa tiene una notable solvencia y, con ello, le basta para flotar en la zona media-alta, a expensas úniacamente de cuál sea el aporte que logre de los partidos a domicilio. Pero lo otro sigue ahí. No está directamente conectado. Lo mismo del año pasado, vamos.
Pero el Zaragoza no da la imagen, en el día a día, de ser un equipo contento. Evidentemente, dos buenos resultados calman nervios y endulzan caras. Los músculos faciales se destensan. Pero los rostros son demasiado largos en la Ciudad Deportiva, en los aeropuertos, en los hoteles, en cualquier lugar común. Lo que ha pasado no es gratis. Lo que ha ocurrido desde septiembre no se lo ha inventado nadie. Lo que se ha vivido y se está viviendo no es una fábula.
La eliminación europea revolotea incesamente por las cabezas de muchos cargos altos del club y el vestuario. El desbarajuste de la pretemporada, la tardanza en cuajar el equipo, los duros partidos de Barcelona y Madrid, la decepcionante actuación en Murcia, el pinchazo ante el Racing, el lío del sistema táctico y sus debates internos entre jugadores y técnicos... eso ha ocurrido, ha generado roces serios y ahí sigue cicatrizando. Mal que bien, ahí está la costra todavía fresca, sin caerse y generando dolor cuando se le aprieta.
El cisma generado alrededor de la figura de Aimar dentro de la caseta no forma parte de la obra de Espronceda ni tampoco de la de Samaniego. Y en cuatro días no se borra ni se elimina. La historia se cuenta, no se maneja ni se soslaya. Los conflictos que todos vimos con nuestros ojos entre D'Alessandro y el citado Aimar y entre D'Alessandro y el técnico Víctor Fernández, no son un montaje de las televisiones o de los fotógrafos de prensa. No se hicieron con PhotoShop. No.
Como tampoco son artificiales las vallas que, ahora mismo, aquí en la Ciudad Deportiva, me impiden moverme con la libertad con la que lo he venido haciendo como periodista profesional desde hace casi 20 años. Las estoy viendo, las puedo tocar. Son de verdad.
Como ocurría antes de estos dos excelentes triunfos ante Villarreal y Almería, la cosa está tensa. Y, como decía y mantenía entonces (hace únicamente una semana), solo los resultados pueden limar estas inevitables asperezas. Solo la clasificación es decisiva para que el devenir de un equipo, un vestuario o un entrenador o un proyecto puedan estar a merced de los vientos. Lo demás es accesorio. La palabra la tienen siempre, aquí o en Lima, los resultados y, para ello, los futbolistas, que son los que juegan y salen al campo para dar forma a los marcadores finales. Nada ni nadie más.
El zaragocismo vive días, gracías a Dios, de felicidad deportiva por estos 6 puntos caídos del cielo cuando más los necesitaba, sobre todo, el desconcertado aficionado. Así de voluble es el vertiginoso mundo del fútbol en su actualidad cotidiana. Y pueden ser 9 el domingo cuando acabe el partido ante el Valladolid. Pero el equipo sigue con las caras largas y se le notan los pegados. Esos que se hicieron la semana pasada con cola de carpintero.
Lo ocurrido, ocurrido está. Algunos lo hemos contado con un grado notable de detalles. Y ahí sigue, no solo en el presente (ver los gestos de algunos es definitorio), sino también en el pasado. En la historia no hay leyes de punto final. No se puede trepanar el cerebro de la humanidad para borrar a todo el mundo, a la carta, hechos determinados que alguno quiera obviar por los siglos de los siglos. Eso es imposible. Y el pretérito reciente, con sus protagonistas, sus acciones y sus hechos, está vivo. En imágenes, voces, letra impresa y vivencias 'off the récord'.
Vamos a ver cómo se administra en el futuro inmediato. Algo así debe pensar gente como Aimar, D'Alessandro, Juanfran y varios protagonistas más (que no han quedado tan señalados por la actualidad como estos tres citados). Víctor, Agapito, Pardeza, Herrera y demás lo saben y lo temen. Ahora, por fortuna para todos, el equipo ha sido capaz de encontrar la senda del triunfo y ha aplacado un terremoto que se antojaba letal. Pero de ahí, a que se intente por algunos flancos del club y sus pedanías vender la idea de que todo esto se ha terminado y que vuelve la narración en voz alta de 'Alicia en el país de las maravillas', va un abismo.
El equipo es feliz por sus 6 puntos seguidos (ojalá sean 9 el domingo), pero siguen las caras largas y se le notan los pegados. Solo los resultados irán marcando la tendencia de las cosas. Que nadie se olvide.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Que "canso" q'eres!
Yo lo que veo es un equipo que cada vez juega mejor. No entiendo que sigas abonado al catastrofismo.

Anónimo dijo...

Nadie puede discutir que cuentes lo que veas. Es tu obligación, tu vocación y, como lector, te lo agradezco.

Lamento que haya caras largas, que siga soterrado un conflicto que quién sabe a qué es debido. Lo lamento porque soy zaragocista.

Creo que la masa de seguidores tiene pocos puntos de referencia para formarse una opinión. Están los resultados, sí, son lo más importante. Pero también el estado de opinión que generan los medios. En ocasiones, ese estado de opinión puede condenar a unos y perjudicar a todos. No sé si merece la pena insitir permanentemente en el conflicto.

No obstante, sigue contándonos lo que sepas. Seguiremos agradeciéndolo.

Anónimo dijo...

Totalmete de acuerdo: el conflicto está ahí larvado, latente y para volver a saltar a la primera de cambio. Esto solo se resuelve con el bisturí, cortando y cauterizando : Victor a la calle, D,alesandro a su casa para no jugar nunca mas en ningun equipo,Juanfran jubilado y Aymar lo sacamos en el minuto 85 de cada partido para justificar su ficha. Y que vayan jugando los que curran de siempre.

Anónimo dijo...

Eres de los pocos periodistas que cuentan las cosas con libertad y con valentía. Te felicito por ello y te animo a que no dejes de hacerlo nunca aunque haya gente que te critique por ello. Somos muchos los zaragocistas que vemos las cosas con un criterio distante del forofismo. Y lo que cuentas en este artículo es cierto de pe a pa. Ojalá sigamos ganando los partidos que vienen para que no vuelvan las dificultades. Pero está claro que tenemos al equipo tocado y que el entrenador está metido en problemas que ya veremos como los soluciona.
Aupa Zaragoza¡

Anónimo dijo...

yo lo que creo es que el mediador y el dijo de hacer la comida para arreglar estos roces fue cuartero con su veterania y saber estar y a eso no se le da merito por eso creo que a cuartero tienen que darle la renovacion para salir de la lesion y trabajar a gusto por que si tiene que salir otra vez a pararles los pies a algien